Capítulo 5 de la gran batalla

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Adaila sentía una parte de ella cansada y triste, no había estado tan lejos de Thorin nunca pero si eso le ayudaba a abrir los ojos ella debía ser fuerte y permanecer lejos de la montaña

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Adaila sentía una parte de ella cansada y triste, no había estado tan lejos de Thorin nunca pero si eso le ayudaba a abrir los ojos ella debía ser fuerte y permanecer lejos de la montaña.

Era de noche cuando llego a Ciudad de Valle, le dolían las piernas pero eso no le impidió seguir con su camino. En la torre de vigilancia estaba aquel hombre con el que se había chocado, el maleducado que había osado retarle, estaba dormido, menos mal que debía hacer guardia, le dio una patada en su rodilla despertándolo.

-Oh, gran Adaila, me honra su presencia.-Dijo besando sus botas, la chica rodó los ojos y lo apartó.

-En pie hombre del Valle.-Dijo ella con voz dura, ahora mismo no necesitaba que un imbécil la adorara, este obedeció rápidamente.-Tu nombre.-Pidió sin cortesía, un día duro hacían a una chica dura.

-Alfrid mi señora.-Se presentó, la chica asintió.

-Bien, pues Alfrid, estate despierto, en eso consiste vigilar.-Le reprendió haciendo que el chico asintiera y se frotara los ojos.-¿Dónde está Bardo?-Preguntó, el hombre de pelo grasiento y negro con un ridículo gorro le señalo una casa del valle, la chica asintió y camino hacia ella, cuando entró unos brazos las rodearon, Sigrid.

-Me alegro que hayas vuelto.-Confesó la mayor, la platinada sonrió.

-Está bien Sigrid, deja que se tome un respiro.-Dijo una voz masculina tras ella, la muchacha miró a Bardo y sintió su labio inferior temblar, el hombre la abrazó.

-Creí que entraría en razón.-Dijo ella contra el pecho del nuevo gobernador quien acarició su pelo trenzado en algunas partes por Fili.

-Está bien Addy, tú no lo sabías.-Tranquilizó, la chica soltó un par de lágrimas en silencio, sentía que el corazón le iba a cien.

-Él no es mi Thorin.-Dijo la joven con la voz quebrada.

-Lo sé, sé que el oro lo ha corrompido.-Habló Bardo, ambos se separaron y la chica le dio una pequeña sonrisa.

-¿Qué hace Valle lleno de elfos?-Preguntó la chica confusa, Bardo rió sin poder evitarlo.

-El rey Thranduil ha venido a visitarnos, y a salvarnos de paso.-Comentó el hombre divertido.

-Ya veo.-Dijo la chica rascándose la nuca, sabía o más bien presentía que esa no sería la única visita inesperada, rezó porque el visitante desconocido fuera de los suyos y no Azog el profanador, porque entonces ella misma lo decapitaría, se había ganado su odio después de herir a su enano y a su hija, y de casi matarla a ella sin duda.

-Me alegra veros de vuelta preciosa Nár.-Dijo una voz tras ella, era masculina, suave y aterciopelada y al instante supo de quien se trataba.

-Espero que no me guarde rencor por huir con los enanos rey Thranduil.-Habló la muchacha sin si quiera girarse para encarar al elfo.

-Ni mucho menos, la gente suele tomar decisiones erróneas, pero el enano que está dentro de esa montaña las está tomando muy de seguido, ¿no le parece?-Preguntó el rubio, la chica se giró entonces, sus ojos violetas chocaron con los suyos azules, no eran ni mucho menos como el azul marino de su enano pero también eran bonitos y peligrosos.

𝐃𝐔𝐑𝐈𝐍; 𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐎𝐁𝐁𝐈𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora