Capítulo 10 fin de la batalla

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-¿Adaila?-Preguntó Legolas tras ella, si Tauriel estaba mal la platinada estaba cien veces peor sin duda alguna.

-Sí.-Dijo ella girándose, los ojos todavía cristalizados y la voz quebrada.

-Debo irme ya.-Anunció, la muchacha asintió y dejo que el elfo la abrazara.-Eres fuerte Addy, siempre lo has sido.-Dijo pero ella negó.

-Dime Adaila, ese es mi nombre.-Habló, ni Addy ni Add, ya no era esa, esa era la chica que estaba con sus enanos no ella, ya nunca más.-Buena suerte Legolas hoja verde y cuando encuentres un propósito por el que vivir no lo sueltes, yo nunca lo solté y gracias a eso conocí a gente maravillosa.-Le sonrió, era una sonrisa débil, una mísera, pero si era todo lo que en ese momento le podía ofrecer sin duda lo cogería con gusto.

-Cuando nos encontremos de nuevo no olvides esto.-El elfo cogió la cara de la chica entre sus manos.-Ellos te quisieron y aunque se fueron no te abandonaron así que más te vale que no te vea llorar chica fuerte.-Advirtió, su amiga sonrió con dulzura, con toda la que le quedaba y viendo como el elfo se marchaba abrió el puño, los adornos de Fili seguían ahí.

-Addy.-Dijo Bilbo tras ella.

Adaila se giró dispuesta a reclamarle pero no pudo, a lo mejor fue porque ella sí quería que él la llamara así, y los enanos ahí abajo y sin duda Gandalf, aquellos que habían visto de cerca el amor que ella regaló a los tres caídos y a su querida Parhi, se mordió el labio para no llorar, su valiente loba, tan risueña y divertida, se la habían quitado, tan rápido que le hicieron demasiado daño, más que con la muerte de Fili, quizás también la de Kili, a quien quería engañar, el dolor de cada muerte había sido como una puñalada en el corazón.

-¿Sí señor saqueador?-Preguntó ella llorando de nuevo, la voz ya estaba rota pero ahora además sonaba ahogada.

-Pronto será la ceremonia.-Avisó el mediano con lágrimas, la chica asintió.

-Ahora bajo, necesito un momento a solas.-Pidió.

Bilbo quiso decirle algo pero simplemente se calló y se fue, no tan roto como ella obviamente.

Miró el cielo que mostraba un día soleado, debajo de sus lágrimas y su dolor sintió como sonreía una parte de ella quizás porque todo había acabado y al final los enanos sí tenían su montaña, Addy carraspeó para quitar el nudo de su garganta y decidida a darle el último adiós a sus tres compañeros.

La chica miró la sala, todos los enanos y el hobbit estaban ahí junto a los cuerpos de los tres caídos. Cuando ella bajó el cuerpo de Parhi ya había desaparecido, posiblemente se lo llevó su padre, no quiso pensar en eso solo ingresó en la sala, todos los enanos la miraron y dejaron que recorriera las tres tumbas, el primero fue Kili, la chica se acercó y sonrió tristemente.

-Me diste tanto sin pedirte nada.-Dijo con la voz quebrada a pesar de que este ya no le contestaría ella sabía que en alguna parte los tres la escuchaban.-Gracias por todo Kili.-Agradeció ella besando su frente.

Dolida caminó lentamente hacia el rubio, apoyó sus manos en la mesa de mármol verde y sollozó, dejó caer su cabeza entre sus manos estaba rota, rota de verdad.

-Fili, mi querido Fili.-Dijo ella alzando la mirada, estaba tan pálido.-Fuiste la persona en la que más confié, la única con la que siempre pude contar, tú Fili, heredero de Erebor, no sabes lo mucho que me has hecho sentir con solo un abrazo, gracias por no juzgarme.-Dijo la chica entre sollozos

Sabía que la última tumba la destrozaría pero debía afrentarlo ya, besó la frente de Fili y se acercó a Thorin.

-Mi enano cabezón.-Nombró ella luchando para que las lágrimas no ahogaran su voz.-Siempre te amaré Thorin, para mi eras más que un rey bajo la montaña, que Escudo de Roble, que el líder de un compañía, para mi eras el amor de mi vida, y siempre lo serás, no sabes lo que me cuesta decirte este adiós pero debo hacerlo, sino por las noches no dormiré presa de nuestros recuerdos, solo lloraré, y una vida triste no es una vida.-Ella sonrió débilmente.-Gracias por haber aparecido en aquella sala de Bolsón Cerrado, no sabes lo que me diste, no sabes lo que sentí cuando tan solo nuestras miradas chocaban.-La chica dejó caer las lágrimas que caían sobre la mesa donde su amado descansaba para siempre.-Siempre tuya mi rey bajo la montaña.-Dijo ella besando sus labios, fríos e insípidos pero al fin y al cabo sus labios.

𝐃𝐔𝐑𝐈𝐍; 𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐎𝐁𝐁𝐈𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora