Capitulo 6

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Capítulo 6



—Mamá...

Ella me miró con curiosidad.

Me invitó a sentarme en el sofá y lo hice sin dudarlo.

— ¿Qué pasa?

Me preguntó amablemente pero confundida... no pensaba maltratarla, solo quería hablar con ella un rato.

Solo un rato.

Pero no puedo estar mucho tiempo con ella, porque nos terminamos peleando y somos como perro y gato.

—Tengo muchas dudas...

—Ah...

Ella nunca fue una puta madre como corresponde, así que debe estar perdida cuando por fin su idiota hijo viene a pedirle algo, pero nunca le pediría a ella un consejo de nada... solo quiero me haga recordar cosas que creo que mi cabeza las olvido o que quedaron en mi inconsciente y no las pude rescatar.

Cosas que me están atormentado y no sé cuál es la puta razón.

¿Qué me pasará después de todo?

— ¿Dudas sobre qué?

—Estoy confundido...

Mi madre se calló y me quedó mirando.

— ¿Sobre qué?

—No vine a pedirte ningún consejo a ti...

— ¿Entonces qué es?

Ni yo sabía cómo pensar y como decir lo que me pasaba. Necesito un psiquiatra, no mentira, yo mismo soy mi psiquiatra, no necesito de esas personas, que lo único que hacen es hablar tonterías y dárselas de los que saben mucho porque tienen algo que mostrar en sus mugrosas manos, que es un título estúpido.

—Bueno ni yo sé cómo empezar...

—A veces pasa.

— ¿A ti te pasa?

—Casi siempre.

—Bueno a mí nunca me paso nada de eso...

Digo con pena, porque sé que mi mamá esta confundida de la vida que le toco. Toda su vida estuvo perdida en el presente, y en el pasado... por eso nunca pude descifrar que sentía por mí... indiferencia, odio o miedo.

—Por eso ahora estoy en duda.

—Bueno te escucho.

Suspiro, y recuerdo lo que tenía en mente para explicarle. Yo de pequeño. Mis terapias con el psiquiatra, que si las recordaba, pero nunca me decía lo que me ocurría aunque me mirara con susto y disgusto.

— ¿Cómo jugaba de pequeño?

Mama se quedó observándome por un momento y luego soltó una risita.

— ¿A qué viene esto Stanley?

—Sólo respóndeme...

Mojo sus labios rápidamente y se le fue un poco el pintalabios rojo que tenía. Pestañeo varias veces y dejo la taza de café en una mesita de vidrio pequeña que tenía en la enorme sala de estar. Todo esto lo tiene gracias a mí...

Usa mis tarjetas de crédito, y roba un poco de dinero cuando le conviene... bueno "un poco".

—Bueno, jugabas... como todo niño cualquiera. — parecía nerviosa.

—No.

Levante una ceja.

—No como cualquier niño... por eso vine...

Descubriendo El Color De La Sangre (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora