Capítulo 28

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Capítulo 28



Los gritos de Thomas me hacían querer romperle el cuello y luego escupir su cuerpo sin vida.

Pero me temo que todavía no puedo hacerlo.

Hay personas.

Estoy en medio de una sección fotográfica de mi trabajo como modelo y tengo que empezar a trabajar la contención.

Matar es lo que más me gusta de esta vida...

Pero como está mal para la sociedad, robar vidas, no puedo hacerlo en frente de todos porque tendría problemas y los problemas podrían significar ir a la cárcel.

¡Te dije que durmieras!

¡Y no me hiciste caso!

¡Eres un irresponsable!

¡Ya a esta altura no debería repetir esto!

Y más cosas de ese tipo que eran idiotas como el, que encima era tan estúpido, todo lo que hacía era estúpido, su manera de pensar me daba pena y su forma de hacer daba asco, me daba ganas de vomitar cuando pensaba en Thomas.

Nunca me caían bien las personas pero esta persona era un ser despreciable, pero creo que lo toleraba más porque mi madre era la peor de todas las personas en este planeta tierra. Bueno si hace eso se le podía llamar "madre".

De tan solo pensar en ella, en su rostro amargado y en su mirada fría ya empezaba a sentir ese odio peligroso que desbordaba en mi cuerpo.

—Ya Thomas.

—Lo que sucede es que esta era una de las sesiones más importantes de tu semana y así te lo tomas...

— ¿Qué sabes que me paso ayer?

—Me imagino que no descansaste bien por estar haciendo una de tus idioteces...

— ¿Qué idioteces? Tuve pesadillas...

—Ya.

Me quede observando y estaba colorado como un tomate. A mí no me importaba su actitud, ni que estuviera enojado conmigo, ni que este molesto por mi merito en esta estúpida sección fotográfica, pero quizás me dejaba sin empleo.

— ¿Vas a dejarme sin empleo?

— ¡No!

Me cruce de brazos y levante una ceja. Me pesaban los ojos y las imágenes de la noche anterior estaban tan frescas como mi juventud.

—Parecías enojado...

Aclare, mientras cambiaba el rostro a una tristeza tan falsa, que no podía creer que lo estaba haciendo de esta forma.

—No, tú eres todo lo que tengo Stanley.

Y cuando decía esas palabras escalofriantes me daba ganas de tomar un hacha y de partirlo en dos, porque era todo lo que no quería en la vida.

Sonreí, tratando de hacer que sus palabras me lleguen al corazón y lentamente me acerque a él para darle un pequeño abrazo.

—Solo tuve pesadillas.

—Quizás pueda creerte...

—Tienes que creerme... me has dejado en claro la noche anterior que no salga a ningún lado y así lo hice, lo juro.

—Está bien.

Sentí su mano en mi pelo y paso un escalofrió por todo mi cuerpo y ganas de vomitar se aproximaron a mi cuerpo.

Descubriendo El Color De La Sangre (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora