ocho

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—No volveré a jugar con vos.—replicó Theon lanzando las cartas sobre la mesa.

—Nicholas, veo que tampoco tenéis buena cara.—el comandante observaba su mazo algo confundido.

—No me permitiré volver a perder.—respondió él para Ava.

—Ese es el espítitu.—dijo la castaña, el joven Greyjoy se puso en pie y apoyó su peso en el respaldo de Ava para observar su mazo.

—No vayáis, va a volver a humillaros.—aseguró él.

—Muchas gracias, Lord Greyjoy, pero prefiero morir luchando.—rió él lanzando sus cartas sobre la mesa.—Voy con todo.

La castaña sonrió victoriosa y mostró sus cartas.

—Volvéis a perder.—Nicholas miró hacia otro lado y Ava se encogió de hombros.

A lo lejos podían verse las antiguas ruinas de Valyria, lo que significa que cada vez se acercaban más a su destino. El maestre observaba el paisaje con ensoñación, le parecía una locura volver a hacer este camino tras tantos años.

El tiempo no podía estar más a su favor, el oleaje era leve y el viento corría en su dirección. Durante la travesía había forjado una extraña amistad con el chico Greyjoy puesto que su única diversión en esos días habia sido una baraja de cartas y las historias que pudieran contarse entre ellos.

—Falta menos de una hora para anclar en Tierra Ceniza.—uno de los hombres de Greyjoy se acercó para avisar.

—Parece que nos acercamos a nuestro destino.—dijo Theon para Ava.—En cuanto bajéis del barco tiraré la baraja por la borda y actuaré como si no supiese sobre su paradero.

—Tenéis mi apoyo con eso.—Nicholas golpeó ligeramente su hombro amistosamente.

—No es mi culpa que seáis pésimos jugadores. Además Lord Greyjoy, contaba con vuestra presencia junto a mí en la isla.—el joven abrió la boca para decir algo, pero se ahorró sus palabras y en su lugar asintió con la cabeza.

**

—¡Encontradla!—gritó Jon a un grupo de hombres que vagaban por la isla en busca de la castaña.

—Dejad de presionarles, Jon, se ha marchado.—Ser Davos se acercó por la espalda a Nieve.—Tal y como esperabamos.

—Escuchadme.—susurró el pelinegro para el caballero de la cebolla.—Daenerys acusa a Ava de robo y de conspiración contra su casa por haberse llevado a Theon con ella.

—Cuanta exageración.—alzó la voz Davos mientras reía.—La chiquilla se ha ido, yo tampoco soportaría estar durmiendo con los cadáveres de mi familia en el sótano.

—Decídselo a Daenerys entonces.

La chica Targaryen descendía la escalinata con gran serenidad, su actitud no era parecida a la que había tenido esa mañana al descubrir que el barco no continuaba en el mismo sitio que el día anterior.

—Así que, se ha marchado.—sentenció ella algo que todos ya sabían.—No nos afecta, era un simple barco y en cuanto a Lord Greyjoy, no le necesito.

—Puedo salir en su busca, mi señora.—insistió Nieve.

—No tenéis mi consentimiento para salir de la isla, aún menos en su busca.—Daenerys se giró sobre sí misma y volvió a ascender las escaleras sin más rodeos.

**

—¿Podéis escucharlo?—Ava sonreía mientras agudizaba su oído.

Rozo con sus dedos la negra arena de la costa, tomándose un momento para disfrutar el tacto después de tanto tiempo.

Al otro lado de la muralla se escuchaban las risas de niños, personas conversando e incluso sonidos de espadas chocando. Tierra Ceniza estaba habitada.

Un grupo de soldados asomaron por el gran muro, mientras les apuntaban con arcos y ballestas.
Los tres que al otro lado había, compartieron miradas tensas.

—¡Identificaos!—gritó uno de los hombres del muro. La castaña avanzó algunos pasos y los soldados se pusieron aún más a la defensiva.

—Mi nombre es Ava Hawke, señora de Tierra Ceniza.—todos compartieron miradas entre sí, para después comenzar a carcajearse.

La rabia se apoderó de Ava que luchaba por no dispararles una flecha en la cabeza a todos aquellos bastardos.

—Me llamo Theon Greyjoy, de las Islas del Hierro.—irrumpió el joven viendo como la chica se había quedado paralizada.—Y corroboro que ella es Ava Hawke, acompañada de su comandante.

El rubio alzó una mano sorprendido al escuchar que se le había incluído en la presentación, trás eso sonrió satisfecho.

—Solicito una audiencia con vuestro líder.—exigió Theon alzando la voz.—Si es que no la creéis a ella, a mí si debéis.

Uno de los soldados desapareció de su vista para después reincorporarse unos minutos después. Un estruendo horrible resonó por sus oídos, el portón estaba abriendose.

**

Ava acarició la mesa de ceniza petrificada y se agachó a observar cada milímetro del mueble.

—Tengo la sensación de que estoy viajando por el tiempo.—dijo Nicholas varios metros atrás observando la sala del trono.

—Parece como si nunca hubiese ocurrido nada.—la voz de la castaña sonaba serena, se sentía inundada por sus propios sentimientos.

Theon se limitó a tomar posición a una prudente distancia donde podía observar como los dos se quedaban embobados con cada pared y cada objeto.

Un grupo de voces se acercaban discutiendo por el pasillo, sin cuidado alguno de que sus invitados no les escucharan. Sus pasos irrumpieron en la sala, abriendo la puerta de golpe.

La castaña se enderezó, cruzando miradas con el hombre que lideraba a todas aquellas personas. A su alrededor todo pareció paralizarse y el tiempo corría a una velocidad que hacía parecer un segundo, una eternidad. Cuando aquel hombre abrió los ojos, dejó a Ava sin respiración.

Grises. Sus ojos eran grises.

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