quince

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—Ava Hawke, justo a tiempo.—dijo una voz que resonó por toda la oscura habitación.

La castaña se quedó en silencio y avanzó hacía el centro de la sala junto a Nieve, al cual la situación le parecía totalmente surrealista. La habitación se iluminó por un montón de antorchas y se dejó ver el rostro de un enorme hombre.

Sin exagerar podría medir casi cinco metros  y reposaba su enorme cuerpo en un trono forjado en oro, su mirada era completamente negra y desprendía un halo fantástico, parecía cosa de magia.

—¿Me conocéis?—preguntó Ava sin sorpresa alguna, a lo cual Jon le miró de reojo intentando descifrar lo que estaba pensando.

El gigante rió y volvió a apoyar su espalda sobre el respaldo de su asiento.

—Lo conozco todo, desde el inicio hasta el final de los tiempos. Cada lugar que ha existido y todos los que quedan por aparecer.—hizo una breve pausa en la que acercó su enorme rostro hacía Ava.—Y vos, ¿conocéis vuestra historia?

—Me gustaría pensar que soy tan sabia como vos hacéis parecer, pero a penas conozco quién soy.

La Hawke sentía como que conocía a aquel extraño ser, como que podía confiarle cualquier secreto aunque este ya parecía conocerlos todos.

—Inteligente respuesta para una chiquilla.—aquel hombre miró a Jon repentinamente y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.—Y vos, ¿cómo os hacéis llamar?

—Jon.—respondió rapidamente.—Jon Nieve, bastardo de Ned Stark.

La risa de aquel gigante volvió a cubrir la sala.

—Por supuesto, Jon Nieve.—al pronunciar estas palabras casi parecía que había un doble sentido escondido en ellas.

—¿Por qué nos habéis traído hasta aquí?—preguntó la chica desviando totalmente la atención de la conversación original.

—Ha llegado el momento de mostraros algo, algo tan oscuro que puede que os haga dudar hasta de vuestra propia identidad y antes de verlo necesitáis estar preparada; preparada para la guerra que debéis librar contra vos misma y en el campo de batalla.

La Hawke miró a Nieve el cual asintió con la cabeza entregándole la confianza que necesitaba en ese momento.

—Quiero verlo.—respondió segura de sí misma.

—Entonces toma mi mano y viajarás por lo más recóndito de tu mente.—el gigante extendió aquella mano que casi podría cargar a la chica.

Ava se acercó lentamente y puso su diminuta mano sobre la suya.

Pronto sintió un fuerte dolor de cabeza y como todos y cada uno de sus recuerdos se desordenaban, se vió a si misma el día que viajó por primera vez a Invernalia, después se vió bajo aquella montaña planeando su venganza, se vió de pequeña casi muriendo en una cama por una mala pesadilla, vió a su madre morir, se vió jugando con sus hermanos en lo que fué la antigua Tierra Ceniza, vió su nacimiento,...
Y siguió viajando tan atrás como aquel hombre pretendía mandarle.

***

—¿Cómo se encuentra?—la peliblanca se asomó por el umbral de la puerta.

Dentro reposaba Gwath Fenns mientras Alexander Hawke estaba sentado en el suelo a los pies de la cama, velando por el sueño de su amigo.

—Necesita descansar, despertará.—el castaño no levantó la cabeza.

—Debéis descansar, no sabemos cuándo podrían sorprendernos los muertos.—Daenerys Targaryen entró en la habitación mientras acariciaba su pelo.

—Si el momento llega estaré listo.—Alexander levantó la cabeza.

La peliblanca caminó por la habitación y se sentó en una silla junto al fuego.
Y el silencio se hizo durante un largo rato.

—Vuestra hermana me odia.—dijo ella al fin.—Pretende impedir todo por lo que llevo años luchando.

—¿La culpáis?—preguntó irónicamente.—Lo que me sorprende es que estéis aquí tranquilamente pretendiendo tener una conversación con alguien a quién vuestro padre pretendía matar.

—¿Y por qué no estáis muerto Alexander Hawke?—el chico calló.—¿No tenéis respuesta o no queréis darla?

—¿A qué habéis venido?—el castaño se puso en pie y se sentó frente a ella.

—Seamos amigos.—respondió ella con una sonrisa.—No tenéis nada contra mí, ni siquiera sabíais de mi existencia hasta hace unos días.

Alexander soltó una carcajada pensando que la Targaryen bromeaba, pero al ver la mirada de la joven supo que sus palabras estaban lejos de ser un farol.

—Escuchadme, no sé qué pretendéis pero solo sé que si dañáis a mi familia, no dudaré un segundo en mataros.—el castaño se acercó a ella y sus ojos se iluminaron por la luz de las brasas.—Os quemaré viva si es necesario.

Daenerys realizó un acto que sorprendió al Hawke, al contrario que tomarse esto como una amenaza y alejarse, se acercó a él tanto que podían compartir el aliento.

—El fuego no quema a un Targaryen, Alexander.—cada palabra que dijo casi la pudo sentir en sus labios y el castaño se quedó completamente aletargado y sin palabras para responder.

La madre dragón volvió a alejarse y sonrió.

—Sois bastante divertido, me agrada conversar con vos.—ella miró las llamas y él estaba aún inmóvil.

—¿Por qué?—respondió él sin más, aunque la pregunta era bastante ambigua Dany pareció comprenderla a la perfección.

—Tenéis algo que resulta atractivo para mí, algo que me impide ignorar vuestra presencia y no me gustaría tener que enfrentarme a vos.—confesó ella con gran tranquilidad.—¿No os ocurre lo mismo?

El Hawke pensó en las palabras de la reina dragón, ¿realmente le resultaba atractiva? En ese momento solo pasó la imagen de su hermana por su cabeza y rápidamente desvió su atención a la Targaryen.

—Desconozco si me ocurre lo mismo, me cuesta interpretar lo que siento o dejo de sentir.—aún siendo una respuesta esquiva era bastante sincera.

—Pensadlo, Targaryen y Hawke luchando juntos por recuperar lo que era nuestro, fuego con fuego, dragón y fénix. Podríamos conquistar hasta el último de los reinos.—Dany lucía maravillada mientras pronunciaba estas palabras y a Alexander simplemente le horrorizaba la idea.

—La gente nos temería y no buscamos eso, queremos librar a Desembarco del Rey y los Siete Reinos de la tiranía de Cersei, no actuar como ella.—hizo una pausa.—Eso si seguimos vivos después de la guerra contra los muertos.

Daenerys le observó durante algunos segundos.

—Tenéis razón, disculpadme han sido unas palabras horribles.—se excusó ella.—Debería ir a descansar, nos quedan unos días muy largos por delante.

Los dos se pusieron en pie a la vez lo cuál hizo el momento algo incómodo para los dos, pero Alexander tomó la delantera y acompañó a la Targaryen hasta la puerta.

—Me ha gustado conversar con vos, desearía poder volver a hacerlo en algún momento. Si no es una molestia para vos, por supuesto.—dijo ella.

—No lo es.—Alexander sonrío a la peliblanca intentando hacer que su respuesta no sonase seca del todo.

Daenerys le devolvió la sonrisa y se despidió con un gesto a lo que Alexander inclinó la cabeza, el castaño esperó a que desapareciera por el pasillo para cerrar la puerta y al hacerlo sintió un gran alivio.

—A la reina dragón le gustáis.—Gwath Fenns sonreía desde su lugar de reposo.

—¿Habéis escuchado toda la conversación?—preguntó Alexander Hawke.

—Toda la conversación.—dijo satisfecho el rubio.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2019 ⏰

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