Capítulo 20

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Siento adrenalina en mi interior. Es la primera vez que cojo un coche y conduzco. Y lo hago a una velocidad de 180 kilómetros por hora por una oscura carretera en dirección al internado. En el asiento de atrás tengo a una Rocío con la cara muy pálida y perdiendo cada vez más sangre. A pesar de los intentos de Laura por parar la hemorragia, una hora después, Rocío exhalaba su último aliento. Aunque ya nos advirtió de que no llegaría con vida, nosotras seguíamos teniendo la esperanza de salvarla, al igual que ella había hecho con Laura. Pero las condiciones no eran las mismas y finalmente Rocío no aguantó todo el viaje.

Cuando llegamos por fin al internado, el alba empezaba a iluminar el camino del bosque. Todo allí parecía deshabitado. No se escuchaban las voces de alumnos, profesores y trabajadores yendo de un lado a otro recorriendo todos los lugares del colegio. Dejamos el cuerpo sin vida de Rocío en el coche a la espera de decidir qué hacer con él. Lo lógico sería enterrarla, pero merecía algo más por toda la ayuda que nos había brindado, sobre todo Laura era que es la que más en deuda se sentía con ella.

Entramos dentro y lo vimos todo manga por hombro, al igual que hicieron en mi casa, los soldados habían destrozado todo lo que se les había puesto a su paso. Jarrones con las flores secas hecho trizas en el suelo, mesas y sillas rotas en las clases, pizarras descolgadas, camas sacadas de sus habitaciones, ropa desperdigada por el suelo. Todo hecho un desastre. Excepto una habitación que permanecía cerrada a cal y canto. Tratamos de abrirla, pero nos era imposible. Laura llamó varias veces, pero no obtuvimos respuestas. Encaminamos de nuevo el pasillo con desilusión cuando oímos la puerta abrirse.

-¿Laura? ¿Adriana?

Nos volvimos al reconocer la voz de Paola, la cuál salió de la habitación corriendo a abrazarnos con lágrimas en los ojos. Laura se quejó un poco aún por las heridas que le quedaban por curarse, pero eso no evitó que siguiera abrazando a su amiga. Una oleada de tristeza me llegó al no tener a Lucía aquí con nosotras.





Paola nos llevó hasta la habitación donde estaban Guille, Noelia e Iván. Solo ellos habían logrado esconderse. Habían formado una especie de tienda de campaña gigante en la habitación. Nos contaron todo lo que pasó, como se enfrentaron a varios soldados, la caída de Guille y por consiguiente la fractura de su pierna. Nosotras le contamos, cada una, lo que habíamos vivido y Noelia rompió a llorar al enterarse de la muerte de Rocío. Como amiga suya decidió darle un último adiós. Guille hizo un esfuerzo por unirse a ese momento, apoyado en Paola y una gruesa rama de árbol que utilizaba como bastón, bajó hasta el bosque y juntos enterramos a Rocío bajo el gran roble del internado. Adriana y yo nos miramos con añoranza al ver tallado el corazón con nuestras iniciales que yo misma escribí por nuestro tercer mes. Noelia cogió un cuchillo de la cocina y talló, bajo nuestro corazón, una R y debajo una cruz. Encendimos un par de velas que encontramos en la cocina y lo pusimos alrededor. Noelia sacó una foto que había logrado salvar del estropicio que habían hecho en su habitación y la colocó junto a su tumba. Todos la arropamos al verla llorar tan desconsoladamente. Es en este momento, más que en ningún otro, me arrepiento de todas las tontas peleas que habíamos tenido.

-Gracias a ella estoy viva -dije emocionada-. No merecía morir, era una una buena persona.

-Nadie merece morir en una guerra -respondió Paola.

-Era mi mejor amiga. Nunca te olvidaré, Rocío.

Noelia se arrodilló ante la improvisada tumba y lloró aún más. Nos miramos sin saber qué hacer para consolarla. Adriana se abrazó fuerte a mi, emocionada. Supongo que se le pasará por la cabeza que hace unos días podría haber sido yo la que hubiera muerto y no Rocío.

Volvimos todos a la habitación con desánimo y tristeza. Adriana y yo habíamos decidido pasar allí varios días hasta recuperarme del todo, pero después no sabíamos qué hacer. Guille nos contó que tras el inventario rutinario que hacía cada noche, se estaban quedando sin reservas y pronto no tendrían nada que llevarse a la boca, y el hecho de que tuvieran que alimentar dos bocas más hizo que tuviera que racionar aún más la comida. Entonces Iván nos confesó la idea de querer ir a la ciudad, era la única manera de conseguir alimento, aunque fuera peligroso. Nos enseñaron una radio que escuchaban todas las mañanas donde daban un informe de cómo seguían las cosas en la capital. Un grupo de rebeldes seguían haciéndole la convivencia imposible a los militares que se habían alojado en el Palacio de Linares. Al parecer ese grupo de rebeldes iba creciendo cada vez más en aumento, eran muchos lo que ya les hacían frente. Estos rebeldes se habían apropiado de unos de los hoteles de cinco estrellas más lujoso de la capital. Iván nos convenció para ir allí. Para unirnos a esos rebeldes que luchaban para detener todo esto que estaba ocurriendo. Aquí ya no teníamos nada que hacer. La comida se acabaría de un día a otro y solo nos quedaría esperar a morirnos de hambre. Era eso o tratar de sobrevivir aunque fuera luchando. Guille vió también una oportunidad de que algún médico, unido a ese grupo, pudiera hacer algo por mejorar su pierna.





Estuvimos allí varios días más en los que Laura logró curarse de sus heridas y recuperó de nuevo sus fuerzas, volvía a ser ella completamente. Así que, sin perder más el tiempo, nos pusimos a renovar el coche de comida y demás cosas que nos servirían para el viaje. Hubo un pequeño problema de espacio, pero lo arreglamos en seguida. Iván, por primera vez en su vida, llevaba a una chica, en este caso a Noelia, sentada en sus piernas. El pobre se puso rojo de la vergüenza, pero era la única manera de que cupiéramos todos en el coche. Esta vez, la que llevó el coche fue Laura que lo manejaba con mayor facilidad que yo. Así emprendimos el viaje hasta la capital. Aunque sabíamos lo que nos íbamos a encontrar allí, íbamos nerviosos y asustados porque hasta que no lo viéramos con nuestros propios ojos no sabríamos realmente como estaban allí las cosas.

Búscame como puedas (Trilogía "Como puedas" Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora