Capitulo 2- Adaptarse no es fácil

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-¡Chicos miren la nueva casa! ¡Llegamos! ¿Les gusta?

 Mati y Cami miraban asombrados por la ventana del auto -¡Wooow, es enorme! 


Que lindo es ser pequeño, no preocuparse por nada, son tan positivos, nunca le ven nada feo a la vida. Claro ellos eran muy chicos cuando mamá falleció, todavía no entienden qué sucedió con ella, por lo tanto no sufrieron tanto como papá y yo. Pero me gustaba verlos felices, me contagian sus sonrisas y risas. Además ahora papá consiguió comprar la casa que siempre quiso, así que ahora hay otra persona más sonriendo en el auto. Tener tan linda familia, todos sonriendo y entusiasmados por la nueva casa es lo que me ayudo por el momento a dejar atrás el pasado y vivir el presente.

 -¡Miren los abuelos! Gritó papá. – ¡Bajen, corran a saludarlos! 

Apenas frenó el auto los chicos salieron corriendo a abrazarlos, mis abuelos se veían tan lindos al verlos felices con los chicos.  Ya hacía meses que no los veíamos, ya que vivíamos muy lejos de ellos. Bajé del auto cargando tres bolsos llenitos de juguetes, casi ni podía caminar. De repente siento una voz que me decía:

 -Mecha tira esos bolsos, después bajamos las cosas del auto. Vení a darnos un beso enorme que te extrañamos como locos.

 Dejé caer los bolsos violentamente al suelo, los pase por arriba y me dirigí a abrazarlos. Los extrañaba tanto. Me hacía falta cariño, ya que papá pasaba trabajando para poder comprar la casa,  no tenía tiempo para brindarnos mucho cariño, no me estoy quejando, lo contrario, veo a mi padre como un héroe, él siempre está intentando hacer lo mejor para sus hijos. Lo quiero tanto.

 -¡Toto y Tata tanto tiempo! ¡Los extrañé tanto!

 -¡Tata mira que linda que está nuestra nieta, ya es toda una mujercita!

 -¡Lo sé, es el retrato de su madre!

 Tata me hizo llorar, pero no de la tristeza, sino de la alegría. Llevar la imagen de mamá conmigo es un honor. Lo sé, estoy muy sentimental, no sé qué me ocurría. Ellos me abrazaron fuerte, me sentía tan protegida, sentir el perfume de Tata me hacía recordar a mamá, ella amaba los perfumes. Al segundo papá interrumpió tan agradable sensación:

-Hola, soy Diego hijo de Javier y Julieta. Mucho gusto. Soy su hijo, existo.
-Jajaja, Dieguito deja de ser tan perseguido y ven a darnos un beso.

-¿Cómo estas hijo? ¿Cómo estuvo el viaje en carretera?

 Después de pasar rato charlando en la entrada de la nueva casa, empezamos a llevar los bolsos a adentro.

 -Dieguito después ordenan la casa, deben estar hambrientos. Vengan a casa que un amigo nos está ayudando con la parrilla, él está haciendo un rico asado.

 Fuimos caminando a su casa ya que quedaba a unas cinco cuadras aproximadamente, nos hacía bien caminar, tomar un poco de aire fresco después de tan largo viaje. Llegamos, su casa seguía igual a cómo la recordaba, una casa sobre la playa, paredes amarillo patito, un pequeño jardín con una cerca blanca que rodeaba todo el territorio. Era muy agradable la vista, siempre soñé con tener una casa sobre la playa. 

 Entramos al jardín trasero y allí se encontraba un chico de unos 20 años, de cabello despeinado, castaño oscuro, sus ojos diría que tenían una mescla de verde olivo con celeste. Aquella vista, del mar mas la del chico no me molestaba para nada, lo contrario, me agradaba.

 -Chicos, él es Guillermo Rosa. Nos está ayudando con las tareas de la casa ya que nosotros estamos viejos jaja. 

- Jaja Hola ¿cómo están?

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora