Capitulo 12- El orfanato

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-Estamos llegando- me dijo mientras entraba a una zona desconocida. Era un territorio muy diferente a lo habitual. Con solo ver el entorno era evidente que era un lugar dónde viven personas de bajo nivel económico. Todo estaba descuidado, desde calles a casas. Mentiría si digo que no me daba miedo estar allí.

Asustada pregunté - ¿A dónde me llevas?

Enseguida a mi pregunta Guillermo frenó la camioneta y me contestó emocionadamente- Aquí es.

Miré hacia mi costado por la ventana y logré ver un viejo descuidado edificio de ladrillos. Me llamó la atención el último piso del edificio, el cual era el tercer piso. Este estaba arruinado, la mayoría de sus ventanas estaban destruidas y las paredes parecían haber sido demolidas. Al ver semejante edificación sentí un gran escalofrío correr por todo mi cuerpo. ¿Por qué me habrá traído a este lugar?

Guillermo habrá notado mi cara de susto porque me dijo – No te asustes. Vas a ver que te va a gustar.

-No estoy asustada.- mentí- Solo tengo curiosidad. ¿Por qué me has traído a este abandonado edificio?

-Guillermo riendo comentó – No está abandonado, todo lo contrario. Mira hacia tu costado cuando toque la bocina de la camioneta.

Apenas Guillermo hizo sonar la ruidosa bocina de la vieja camioneta empezaron a salir cientos de niños emocionados de aquel triste edificio. Mis ojos quedaron tan abiertos como mi boca. No podía creer que tantos niños vivieran en un edificio casi destruido. Luego de que salieron cómo unos cien niños, salió una mujer de cuerpo robusto, que aparentaba unos cuarenta y cinco años con piel morena y un cabello oscuro que estaba recogido por un moño.

Al ver toda esa avalancha de niños que venía corriendo hacia la camioneta me asustó. Rápidamente me di media vuelta para ver si la reacción de Guillermo fue igual a la mía. Pero su reacción resultó ser opuesta a la mía.

-¡Oye! ¿A dónde vas? – Le grité desesperadamente mientras él bajaba del auto.

Guillermo solamente me guiñó el ojo dejándome sola en la camioneta mientras él se dirigía con una enorme sonrisa hacia a aquella mujer. Quería matarlo, me había dejado sola sin saber qué hacer, pero al verlo tan feliz me quedé atontada. La mujer lo esperaba con los brazos abiertos, él la abrazó fuertemente y luego fue a saludar a todos los niños. Todos los pequeños se colgaban encima de Guillermo, se veía que todos lo querían mucho. Verlo reír junto a niños felices me hacía sentir cosquillas en la barriga. De repente Guillermo me hizo un gesto invitándome a salir de la camioneta para conocer a los niños.

Tímidamente bajé del vehículo. Los niños al sentir el portazo vinieron corriendo hacia mí. Todos me hacían preguntas, eran tantas que eran imposibles de responder. La única que me sorprendió fue aquella pregunta de una niña que inocentemente me preguntó si yo era la novia de Guillermo. Intenté responder la mayoría de las preguntas que podía mientras había otras dos niñas que me cinchaban de los brazos para que jugara con ellas. Guillermo me salvó diciendo mientras reía – ¡Chicos déjenla respirar!

Los niños rápidamente obedecieron. Se apartaron unos metros de mí pero seguía observándome, como si fuese una celebridad o algo por el estilo. Era agradable sentirse bienvenida.

-¡Mercedes, bienvenida! Hoy Guillermo en la mañana me llamó diciendo que venías. ¡Aquí todos son invitados! Quiero que te sientas cómoda, si necesitas algo pídemelo. – me dijo aquella grandota mujer mientras me abrazaba amigablemente.

-Que amable de tu parte, muchas gracias. – le agradecí aunque todavía no comprendía que era todo esto.

-Mechi, ella es Susana la fundadora de este orfanato. Aquí aceptan a todo niño que no tenga familia.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora