Capitulo 7- Puedes llamarme Mechi

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Marcos corrió a abrazar a Guillermo mientras festejaba el gol.  Al darse la vuelta para abrazarlo se dio cuenta rápidamente que algo estaba sucediendo. Aquellos que se encontraban detrás de él no estaban mirando el partido. Estaban en otra. Los cachetes ruborizados de Mercedes y la mirada extraña de Guillermo los delató. Marcos rió por dentro y decidió hacerle un favor a Guillermo:

-Uh me olvide que hoy tenía una cita. ¡Me tengo que ir! Después me cuentas como terminó el partido. ¡Chau nos vemos! –Salió tan rápido, que Guillermo y Mercedes tardaron en reaccionar que Marcos se estaba yendo hasta que sintieron el portazo.

Los dos se sentían incómodos. Se encontraban solos, sentados  en el mismo sillón. Dos personas que se habían conocido hace tan poco tiempo pero compartían mucho en común. Guillermo se levanto para interrumpir aquel silencio. Le extendió la mano – ¿Qué esperas? Sé que el sillón es cómodo pero vayamos a hacer algo, no nos quedemos sentados sin hacer nada.- Mecha le extendió la mano a Guillermo y él le sujetó la mano para levantarla. Enseguida que ella se levantó del sillón, Guillermo se dio media vuelta y se marchó. Mecha se encontraba perdida, parada en el medio del salón, viendo que Guillermo se dirigía hacia algún lado, mientras que ella no sabía si seguirlo.

-¿Y? ¿Vas a venir? – le preguntó amablemente a Mecha mientras le daba unas palmadas a la banqueta que se encontraba pegada al piano haciendo un gesto de que se sentara junto a él.

Mecha se dirigió hacia él. Se sentó. Como toda banqueta, era muy chica para dos personas. Sus piernas se rozaban. Sus miradas chocaban cada tanto.

-Mechi ¿Qué canción quieres tocar?

Mercedes al escuchar ese sobrenombre se le partió el corazón. Bajó su mirada y le dijo con una voz muy baja –Guille toca vos primero. – mientras  una lágrima escapaba.

-Mechi ¿estás bien? ¿Dije algo que te molestara? – le preguntó Guillermo mientras apoyaba una mano sobre su pierna y la otra sobra el hombro, en símbolo de disculpa.

Mercedes por vergüenza mantenía su mirada gacha. Intentaba que ninguna otra lágrima lograra escapar. –Guille, perdón, no fue nada. Soy yo, es que estoy sensible.

Guillermo le acariciaba la espalda, en gesto de comprensión. Él dijo – Mírame.

Mercedes seguía avergonzada pero lentamente levantó la cabeza aunque seguía con la mirada hacia abajo. 

-Mercedes, mírame a los ojos. – Mercedes con mucho esfuerzo dirigió su mirada a aquellos ojos color mar Caribe. –Podes contarme lo que sea. Y si no quieres está bien. Te entenderé. – Le decía cariñosamente con una mirada fija mientras le secaba las lágrimas con su pulgar.

-Soy una tonta. Lloro por cualquier cosa. –le dijo mientras intentaba escapar su mirada hacia cualquier otro lugar que no sean los ojos de él, se sentía incomoda. –Mercedes, mírame a los ojos. No eres ninguna tonta. ¿Quieres decirme que te pasa? De verdad quiero ayudarte. No quiero verte mal. Le decía mientras le sujetaba la cabeza para que lo mirara a los ojos.

-Me dijiste Mechi. Solamente había una persona que me decía así. Hace años que no escucho a alguien decirme así, desde la muerte de mamá. Solamente ella me decía así, y bueno… Cuando me dijiste Mechi me hiciste recordarla. – Él fue a hablar pero ella lo interrumpió – ¡No es tu culpa! Tú no sabías nada, es la mía por ser tan llorona.

-Primero no eres ninguna llorona. Estas pasando una etapa muy difícil en la vida, perder a alguien es lo más difícil de superar, yo lo sé, a mi me pasó. Y segundo, fue mi culpa, debía haberte preguntado antes cómo te dicen.

Mecha sonrió, se encontraba mucho mejor. Sentía que lo conocía por años, se sentía tan cómoda con él. –Me dicen Mecha, pero me puse a pensar… no me molesta que me digas Mechi, es más, me gustaría que de hoy en más me llames así. Tengo que superar  la muerte de mamá.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora