Capitulo 4- ¿A dónde me lleva?

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-Ring ring- Sonaba el molesto timbre que me despertó. ¿Quién sería? Mire la hora, eran las 10:37am… ¡Es tempranísimo para estar tocando timbre! ¿Quién será el importuno? Luego al pensar dos veces la hora que era, me di cuenta que en menos de media hora debía estar en lo de los abuelos.

Salté de la cama, me vestí lo más rápido que pude. Bajé corriendo y me encontré con una mujer y un chico hablando con papá en la sala de estar.

-Mecha, ellos son nuestros vecinos. Fernanda y su hijo Luis.

Al ver al chico me sorprendí. Él era totalmente opuesto a la madre. Ella era rubia de ojos claros, él tenía ojos marrones y tenía ¡rastas! O salió al padre o es adoptado me preguntaba.

-Hola, soy Mercedes, mucho gusto.

-¿Sabes que Luis es de tu mismo año? Él también tiene 16. -Dijo papá.

-Ah jaja, entonces Luis, estaremos en la misma clase ¿no?

- Puedes decirme Lino, aquí todos me llaman así. Y si, es seguro. Solo hay una escuela en todo el pueblo jaja. –Me respondió riéndose.

Nos quedamos charlando unos 10 minutos, Luis parecía un chico simpático, me hacía reír seguido.

-Mierda, son 10:57, todavía no desayune y quedé en estar a las once. Me dije en mi interior al ver la hora.

-Perdonen, pero debo de irme, quedé en encontrarme con alguien a las once y se me hace tarde. Me disculpe, los salude y salí corriendo hacia lo de los abuelos.

-Al fin, llegué.- dije jadeando de lo exhausta que estaba. Corrí como unas cinco cuadras sin parar, eso sí le llamo estar entrenada, jaja.

Fui a tocar timbre, y me di cuenta que sobre él había una carta pegada, que decía:

-Querida, fuimos con tu abuelo a caminar. Guillermo tiene un piano, ve a practicar a su casa. Saludos, los abuelitos.

Al leer esa carta quedé paralizada. No me podía mover del asombro. ¿Cómo voy a ir a la casa de un desconocido? Esto de que mi abuela me deje en millones de situaciones incómodas me está comenzando a irritar. ¿Pero dónde está Guillermo? ¡Me dejó plantada! Bueno, no me queda otra que irme. Empecé a dar unos pasos y siento que una moto frena detrás de mí.

-¿Hey, a donde crees que vas? ¿Pensabas dejarme plantado?- Se reía Guillermo.

-¿Disculpa? ¿Me estás hablando a mí? Si sos tú el que me quería dejar plantada. Llegué a las once como habíamos quedado, y tú llegas cuando se te antoja.

-Jajajajaja, que estricta, perdón profesora. ¿Me vas a poner llegada tarde?

No pude evitar reír, fue gracioso su comentario. Es verdad, apenas llego cinco minutos tarde. Pero igual quería molestarlo. –Bueno por esta vez no, pero ya veo que usted es de llegar tarde, le advierto, que no se vuelva a repetir.

-¿Yo soy de llegar tarde? Es la primera vez.

-No no, te equivocas. Es la segunda vez, en la tercera te pongo llegada tarde.

-Jajaja ¿Cuándo fue la segunda vez?

-Ayer cuando quedaste con tu novia en encontrarse a las 3:30, y a esa hora seguías en lo de mis abuelos.

Se empezó a reír y le pregunté – ¿Ahora de que te reís?

-¿Creíste que con la que hablaba era mi novia?

-Sí, le dijiste: mi vida, o ¿me equivoco?

-A pero vos estabas pendiente en todo. No, no te equivocas, si le dije: mi vida, pero no significa que sea mi novia, es más, no tengo novia.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora