11: Sólo una esperanza.

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Todo parecía ser una buena idea en una parte del cerebro de Dominic pero en otra era una pésima idea, tanto así que por primera vez empezó a temer por una mala decisión tomada, cosa que nunca antes había sentido.

Para Bellamy todo era difuso y borroso pero conocía perfectamente la situación que se había vuelto una locura, una dolorosa locura.

— ¡Dom tienes que detener esto! – Le imploro tan pronto lo subió a un taxi– ¡Ve lo que has hecho, Dom!

— Cállate – Le empujó la cabeza bruscamente hacia atrás–. ¿Quién crees que eres para decirme eso luego de haberme engañado? ¿He? ¿He, imbécil? – Golpeó superficialmente su nariz– ¡Eres un maldito malagradecido! – Echó su mirada al chófer, quién lo veía nervioso– Usted maneje al aeropuerto y no pregunte de absolutamente nada, ¡Nada!

El hombre arrancó sin ganas de alegar o sentir más miedo, sólo emprendió al aeropuerto de Londres para obtener su paga.

— ¡Dom detente! – Seguía implorando desconsolado con más ganas para que el chófer le oyera y le ayudará pero esto jamás pasaría– ¿Qué le hiciste a Heather? ¿Y a Sebastian?

— ¡Cállate, maldita sea! – Le abofeteo fuertemente como lo hacía cuando estaban solos. El chófer se petrifico ante el golpe y los gritos, además los sollozos de Bellamy no pintaban para nada bien– ¡Deja de replicar y cállate!

¿Cómo llegamos a tanto? ¿Qué hice para merecer esto? ¿Qué coño será de mi luego de esto?

Dominic ha enloquecido, de remate, completamente, ¡Está loco!

Justo ahora vamos en camino al aeropuerto. Planea llevarme a Francia para iniciar una vida de casados, me forzará a casarme con él, me ha estado drogando con ese asqueroso té, me ha privado de mi libertad, ha asesinado a Sebastian, le ha mentido a mis padres, al doctor Phillips, él mismo se está mintiendo...

He controlado mis sentimientos por mucho tiempo, ahora están girando haciéndome gritar como Dominic lo está haciendo, él me hace gritar sus gritos, sus miedos, sus ganas de ser libre de si mismo. Ahora estoy atado a él por siempre, no hay nada que pueda hacer para retroceder, es tan rápido.

— Estacioné aquí – Le pidió al conductor. Estaba muerto de miedo y no era para menos, presenció golpe tras golpe y grito tras grito hacia mí, yo también estaría aterrado pero menos que ahora.

Dos hombres acudieron a sacar nuestras maletas del portaequipaje. Dominic le pago al taxista y salimos. Trate de ponerme de pie pero mis pies no respondían a mis órdenes, termine cayendo de poco en poco frente a él.

— Cielos, ¿Se encuentra bien, señor? – Preguntó atentamente uno de los hombres– ¿Necesita ayuda, señor Howard?

¿Es qué aquí todos conocen a Dominic?

— No, no – Le sonrió amablemente–. Es que está un poco pasado de copas pero puedo llevarlo

— Oh – Me miró extrañado y siguió su camino con el equipaje.

¿En serio? ¿Soy un maldito ebrio? Es cierto que me ha hecho cosas peores pero en esta me ha hecho sentir humillado al hacerme pasar por un borracho que no puede mantenerse en pie.

— ¡Vamos, camina! – Me ordenó entre dientes fingiendo su sonrisa amable.

No me preguntéis como caminé hasta la recepción porque yo tampoco sé cómo lo he hecho.

Llegamos, tenía un tremendo mareo entonces me senté cerca de él y la recepción.

Tuve la oportunidad de verme en un enorme espejo que conectaba un pasillo con otro y era sorprendente como había cambiado en tan poco tiempo. Estaba pálido, demacrado, tenía unas ojeras horribles, mi cabello estaba tan áspero que se caía con pasar los dedos, quizá lo que más me había sorprendido fue ver mi delgadez que conllevaba mi cansancio, mi debilidad, mi falta de ganas.

Showbiz | BellDomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora