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Con el teléfono en las manos y durante varios segundos, Remus duda. Sabe lo que está haciendo. Y sabe que probablemente signifique su muerte cuando Fenrir se entere. Pero sabe, también, que Fenrir no tiene poder alguno sobre él. No más. Ya no más.

Con aquel último pensamiento marca el número. Hay dos pitidos antes de que una voz cauta y ronca responda:

—¿Hola?

No reconoce el número. Remus no se lo ha dado.

—Sirius —consigue mencionar. Puede imaginarse al Alfa salir de entre las sábanas, asustado por las lágrimas en su voz—. Por favor, por favor, por favor...

—Remus, mierda. ¿Está todo bien? ¿Tu Alfa te hizo algo? Voy a matar a ese hijo de put-...

—Entraré en celo —susurra Remus—. Y él ya no... ya no más. No quiero... pero no puedo. No puedo, no puedo, no puedo. 

Está llorando. La voz de Sirius es suave del otro lado de la línea.

—Tranquilo, bebé. Voy para allá.

Sabe dónde debe ir. Su corazón se lo dice. Su Omega lo necesita. 

Sweet CreatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora