Sweet Creature

7

Sirius se ofrece a cuidar de Remus durante su embarazo. Nadie asocia absolutamente nada, porque Sirius siempre ha sido la persona más dulce y considerada que cualquiera podría conocer a pesar de ser un Alfa, y que se ofrezca a cuidar de un Omega embarazado de un Jefe de la Mafia, llevando al Heredero de la Mafiya en su vientre, tampoco parece algo extraño.

Con Sirius, nada es extraño.

Sirius se muda. Su cálido departamento es hermoso, pero inseguro. Remus conoce a Harry, el hijo de James, y el bebé le observa con la boca abierta y una enorme sonrisa antes de volver su atención a un mordillo rojo y brillante con sus babas. Tiene los ojos más verdes que Remus ha visto, porque poseen el color de Lily y el brillo de la cálida inocencia.

Lily lo abraza con fuerza.

—Es de Sirius —susurra en su cuello—. Lo sé. Y guardaré tu secreto.

Hay cosas que solamente entre Omegas se saben. Lily, a pesar de la marca en su cuello que acaba de destacarla como una Omega, es una de las más fuertes y valientes que Remus haya podido conocer nunca. Lo atrae a un abrazo demoledor y le dice que lo aconsejará en todo.

El nuevo hogar de Sirius es una casa protegida vecina a la de la familia Potter. Remus tiene sus propios guardaespaldas para cada vez que necesite salir. También tiene su propia habitación, blanca y vacía para que la decore.

La primera noche Remus golpea la puerta de Sirius del otro lado del pasillo. Sirius se demora en abrirle y cuando lo hace lo observa lentamente.

—¿Puedo...? —Remus no necesita acabar de formular la pregunta. Sirius lo atrae a sí con cuidado, embebiéndose en el aroma de sus cabellos. Remus se estremece por su calor, y Sirius le lleva hasta las mantas. Remus se acomoda contra el cuerpo de su Alfa, dispuesto a dormir.

Cuando despierta tiene las manos sobre su vientre, y sobre sus manos están las de Sirius. Está rodeado en sus sábanas, en su aroma, en su calor, con su respiración en el cuello y sus labios en los cabellos. Está en su hogar. 

Remus solloza de alegría.