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Remus se aseguró de ello. Cruzó los dedos de que los anticonceptivos de Fenrir fueran suficientes durante esa vez, y por lo visto lo fueron.

Dejó que sus supresores caducaran.

Dejó que los supresores caducos se deslizaran por su garganta y ocuparan la caja de los nuevos supresores, con fecha de caducidad unos meses después, la misma caja que Sirius comprobó en su bolsillo cuando descansaba brevemente entre calor y calor. Conocía a Sirius. Y se conocía a sí mismo. Y, por sobre todas las cosas, conocía a la Mafia.

Tendrían su heredero.

Sweet CreatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora