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Sirius está presente cuando interrogan a Remus, justo detrás de un vidrio espejado. Mientras ellos ven a Remus y al oficial a cargo, Remus sólo puede ver su reflejo. James lo reconoce después de un breve lapso de tiempo, pero no dice nada.

—Fui vendido a Fenrir Greyback cuando tenía diecisiete —dice Remus—. Era un Omega virgen y mi padre tenía muchas deudas. Yo... yo tengo una marca de estrella en la pierna. Fenrir solía ser llamado estrella por su madre cuando ella vivía, y creyó que yo era su Omega. Me tomó y me estableció como su Omega principal, aunque tenía muchos otros. Y con el tiempo a todos nos daba los mismos tratos.

Remus enumeró. Abusos físicos y psicológicos. Violaciones. Prostitución. Entretenimiento de Alfas. Exposición pública. Humillación.

Cuando el oficial pregunta de qué manera había conseguido evitar un embarazo hasta los últimos meses, la voz de Remus se tuerce en dolor.

—No quería llevar un hijo suyo. Yo... no quería. No quería su sangre creciendo, a su hijo desarrollándose en mi interior. Tomaba supresores y le daba anticonceptivos.

Su voz es apenas un murmullo. Sirius tiembla, con la frente sobre el vidrio de una sola vista, sus puños fuertemente apretados.

—Pero ahora está embarazado, señor Lupin —le hace notar el oficial. Remus asiente.

—Lo estoy.

—¿Por qué ahora, y no antes?

—Dijo que si no tenía a su hijo me vendería como mascota a uno de sus socios —su voz parece la de un hombre muerto—. No... no quería. Son gente enferma. Asquerosa. No quiero, no quería...

El oficial le alcanza un vaso de agua. Remus la bebe, y Sirius observa una lágrima deslizarse por su mejilla. Una lágrima de la misma medida de la que recorre su propia cara.

Sweet CreatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora