1.5

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Remus está en la farmacia comprando supresores, de esos que son anticonceptivos. La farmacéutica lo mira mal cuando deja las pastillas sobre la caja registradora.

—¿Tiene permiso de su Alfa?

Remus siente un nudo en su garganta. No, no lo tiene. Fenrir quiere embarazarlo ya. Fenrir quiere otro hijo, otro que seguramente debe ser Alfa, y no niñas omegas como todos sus otros juguetes le dan.

—Yo...

Un brazo lo rodea y un beso se deposita en su mejilla. Remus está helado mientras un paquete de pañales es puesto sobre la caja, junto a las pastillas.

—Sí, lo tiene —dice la inconfundible voz de Sirius Black. Han pasado casi cinco años desde que la oyó por última vez, pero todo su cuerpo reacciona como si fuera una melodía que ha echado de menos cada día y cada hora, lo  que probablemente sea cierto—. Remy, cariño, ¡olvidaste los pañales! —su sonrisa es cálida y hermosa, y Remus podría echarse a llorar—. Déjame pagar por todo, ¿vale? Después de todo, tenemos mucho con un bebé en casa de momento.

Remus le observa deslizar los billetes y a la amarga farmacéutica observar que sean de valor. Da el cambio y mete todo en una bolsa plástica, despidiéndolos con un amargo «Gracias por su compra».

Remus está entre los brazos de Sirius mientras salen. Se separa tan pronto están fuera.

—Sirius, ¿qu-...?

Pero está envuelto en un fuerte y cálido abrazo, el aroma del Alfa llenándolo y haciendo su corazón latir más rápido.

—¡Remus, maldición! —Sirius está llorando. Remus se aparta, su corazón encogido, pero Sirius le sostiene del rostro y le observa como si quisiera memorizar cada detalle de su rostro—. ¿Cómo has estado? ¿Tú...?

Vaga, sus ojos vagan en su cuerpo delgado, se detienen en su cuello cubierto del fresco otoñal. Remus se encoge en su mirada, y cierta amargura cubre los ojos de Sirius Black, amargura que acompaña sus lágrimas.

—He estado bien —responde Remus en un susurro—. ¿Tú... tienes un hijo? —sus ojos se detienen en la bolsa de pañales medianos que acompañan los supresores, observando la ironía del asunto.

Sirius niega. 

—No, no tengo un hijo. ¡Tengo un ahijado! —su sonrisa es ancha y feliz, y Remus no puede evitar sentirse bien por él—. James, ¿recuerdas a James? Obvio que lo recuerdas. Se casó con Lily. ¡La perfecta Lily, luchadora de los derechos de los Omegas! Ella ahora está estudiando leyes y tomando prácticas con un estudio realmente pijo. No me sorprendería que fuera conocida en un par de años. En fin... ellos tuvieron un hijo. ¡Y aun así Lily sigue estudiando! James le cuida. Es una cosita muy mona. Se llama Harry.

Remus siente calidez. Calidez porque algunos de sus amigos pudieron alcanzar la felicidad. Calidez porque James por fin haya descubierto qué significaba la extraña flor varios colores más claros sobre su piel. Lily. Un lirio. Qué juego de tontos.

Y la calidez se torna en desesperación cuando se da cuenta de lo que se está perdiendo. Él ya no es una persona, al menos no una independiente. Él pertenece a un Alfa. No es Remus, es el Omega de. Y su pecho se cierra.

—Debo irme —se excusa, buscando su monedero. Tiene las libras suficientes para pagar las pastillas, y se las ofrece a Sirius—. Yo sólo... gracias por ayudarme.

Sirius niega.

—Cuando quieras, Remus. De verdad.

Su pecho quema mientras se aleja. Pero Sirius no le deja ir así como así.

—Hey —un papel se desliza en su bolsillo junto a las pastillas—. Mi número. Llámame si me necesitas. Por cualquier cosa. ¿Vale? Puede que hayamos perdido el contacto, pero... siempre me pregunté cómo estarías. Es un alivio ver que estás... bien.

El «bien» es dudoso en su voz, porque ve las ojeras de su rostro y las mejillas hundidas, el labio partido y el cojeo al andar. Años atrás eso era sinónimo de bienestar y orgullo para un Omega. Las sociedades retrógradas siguen imponiéndolo. «Miren, mi Alfa quiere dejar en claro al mundo que soy solo suyo, que le pertenezco». Pero Sirius no es idiota, y puede ver que Remus no está orgulloso de lo que se ha convertido.

Remus se marcha una sonrisa rota después y llora en el metro, el papel con un número escrito a bolígrafo oliendo insoportablemente a Sirius Black.

Sweet CreatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora