CapÃtulo 18: Despedida
Ross pegó un respingo y rápidamente salió del sofá cuando escuchó los alarmantes golpes a la puerta. Se apresuró a llegar al recibidor y abrir, Laura entró al instante sin decir nada, y se detuvo a un metro de él, dándole la espalda. Entonces lo recorrió un escalofrÃo...
- Es una broma... ¿Verdad?
No hubo respuesta inmediata a la pregunta de la muchacha. Ross tensó la mandÃbula y se reposó lentamente a la pared. Su corazón saltaba asustado...HabÃa llegado el momento que tanto temÃa...debÃa enfrentarlo. Alzó la mirada a la espalda de Laura.
- Es la verdad – Dijo.
Estuvo atento a su reacción, pero ella no pareció moverse ni un centÃmetro. Esperó con frustrante agonÃa a que le dijera algo.
- Vaya...- Susurró ella de pronto, su voz sonaba forzadamente relajada – Y... ¿Cuándo volverán? ¿Un mes? ¿Dos?...o... ¿Tres?
Ross respiró fuertemente, no podÃa encontrar las palabras.
- Responde – Exigió ella comenzando a perder la calma.
- No será temporal Laura...- Contestó finalmente – Nos...Mudamos...
Vio como ella agachaba la cabeza, apretando duramente los puños. Se giró hacia él. Su rostro contraÃdo y tenso, parecÃa a punto de llorar, pero lucÃa más furiosa que otra cosa. Lo miró directo a los ojos, resentida, herida, infinitamente mortificada - ¿Por qué no me habÃas dicho nada?
Con profundo dolor el joven dio un paso para acercarse, alzó su mano pero ella la alejó con un golpe de la suya.
- ¡No me toques!
- Laura – Musitó.
Lo miró mordiéndose el labio con demasiada fuerza, temblando de la cabeza a los pies. Ross tragó lentamente, se acercó otra vez y la tomó firmemente de los antebrazos, pero ella comenzó a gritar golpeando su pecho con sus puños, moviéndose rudamente contra él y sin contener ya sus lágrimas, que se deslizaron calientes por su rostro. - ¡Suéltame!
El siguió impávido, reteniéndola sin afectarse por sus golpes. En el forcejeo ella pasó su mano muy cerca de su cara y su uña le dejó una fina lÃnea roja cerca de la mandÃbula, él apenas lo notó.
- ¡Que me sueltes! – Bramó desesperada - ¡¿Por qué me tuve que enterar asÃ?! ¡¿Cuándo pensabas decÃrmelo!? ¡Que... te vas!
Entonces la abrazó con fuerza. Ella quedó atrapada con las dos manos entre ellos, volvió a removerse fieramente, para resistirse y huir, pero no pudo más. Después de un momento se desmoronó en sus brazos, y sollozó, sollozó con un dolor intenso y agudo en la garganta y en el pecho, sentÃa como si algo por dentro la desgarrara, como si le arrancaran el corazón.
- Lo intenté...mil veces lo intenté – Exclamó Ross – Pero no pude. Perdóname...- Eso solo pareció aumentar el llanto, y el joven empezó a sentir la humedad en su camiseta, la estrechó más contra él – Laura...
- No puedes irte – Masculló ella, ahogando un sollozo – No tan lejos...es injusto...
- Lo intenté todo...me rehusé, llamé a mi padre varias veces, pero siempre obtenÃa la misma respuesta...ya en últimas ni siquiera contestaba la llamada...Laura... ¿Por qué crees que estuve asà todos estos dÃas?...Esto es un tormento insoportable para mà - Acarició su largo y denso cabello sedoso con un nudo en la garganta y tragó con fuerza - ya no hay nada que pueda hacer...- Sintió el pequeño cuerpo entremeterse. Laura hizo presión en su pecho con sus manos y él la soltó, contemplando su cara y sus mejillas húmedas. Ella no lo pudo mirar a la cara otra vez, su labio inferior tembló amenazando con dejar salir otro gemido lastimero, pero antes de eso se apartó y salió de la casa. Ross se quedó mirando la puerta. Pasó su mano por su rostro y suspiró hondamente, maldiciendo su suerte otra vez.