Capítulo 3: Una amenaza en común

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En los cuárteles del gobierno polaco se efectuaba una reunión especial, al parecer una comisión de los altos mandos rusos había llegado a la ciudad. En dicha reunión se encontraba el jefe del V Departamento Julian Kordek.

Para éste hombre de ideología socialista se tomaba muy en serio su papel, ya que era el responsable de los asuntos religiosos del Estado. Durante su nombramiento como responsable de ésa área, se encargó de arrestar a personal religioso, principalmente del cardenal primado de Polonia Stefan Wyszynski.

Sin embargo, durante los cambios que se daban en el trasfondo de la política mundial decidió liberar al cardenal por órdenes superiores. Todo con tal de crear una imagen "amigable" del régimen.

Aunque era un hombre temido y si por él fuera mandar a fusilar a todos los religiosos, tenía una cierta "aversión" hacia un religioso: Karol Wojtyla. Para Kordek, Karol representaba una amenaza para Polonia como a su vez había sido el único en que quizás lo había humillado en público debido a que quiso reprimir un movimiento religioso en una región conocida de Nova Huta en el año de 1962.

Los años transcurrían, y sus temores se vieron hechos realidad cuando observaban que la población Polaca estaba unida principalmente por la influencia del joven cardenal. Kordek había dicho a sus superiores que el religioso oriundo de Wadowice (Karol) era la principal amenaza para el régimen, pero éstos lo tildaron de "obsesivo".

Después de haber conocido un poco al respecto de éste personaje, regresemos a la reunión: Kordek recibía en sus oficinas a dos hombres de apariencia militar; el primero de ellos se notaba un poco viejo y barbado, su tez era blanca, su cabello era rojizo aunque se le notaban algunas canas, medía un metro ochenta y cinco; aproximadamente se veía de cuarenta años; el segundo era un poco más alto que su compañero, su cabello era rubio, tenía una mirada dura y marcial.

-Así que los envía el alto mando ruso. –Habló Kordek en tono protocolario.

-Espero que no se sienta ofendido camarada Kordek, pero créame que tenemos la mejor intención de apoyarlo. –Habló el hombre de cabello rojo.

-Según el informe escrito, camaradas; usted es el comandante de infantería Sergei Nureyev y su compañero es el teniente Pável Kourkchenko. -Respondió Julian.

-Comprendemos su frustración camarada – Respondió Pável en un tono más amigable – y nosotros propusimos a los altos mandos en su momento la inconformidad que manifestó. Ahora estamos aquí, aunque quizás nuestros métodos son muy familiares a los suyos.

-¿Van apoyarme en expulsar a los religiosos de Polonia? –Expresó Kordek.

-Tal vez no. –Intervino Nureyev- Pero nuestro objetivo es el mismo que usted: Deshacernos del cardenal Wojtyla.

-Para ello necesitaremos todo lo que sepa; usted comprende ¿verdad? –Indicó Pável.

-¿Por dónde quieren empezar? –Expresó con una sonrisa Kordek.

-¿El cardenal Wojtyla, tiene familia? –Habló Nureyev con ironía.

Las piezas se acomodan

Whilhelm se encontraba descansando en una de las habitaciones, al parecer, su cuerpo manifestaba una especie de convulsión; al parecer recordaba los sucesos de veinte años atrás.

"¡Acaben con el traidor!" se escuchaba la voz de un hombre con aire marcial.

Los sueños del alemán recordaban el final de la Segunda Guerra Mundial, como a su vez el recuerdo de sus compañeros caídos. Aunque ese sueño indicaba dolor, una voz femenina resuena por su mente.

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