Capítulo 7: Declaraciones de guerra, decisiones de vida

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Lólek se dirigía hacia uno de los pasillos de los edificios de la curia, y observó que una mujer de cabello rojizo lo esperaba en compañía de un niño que tenía tres años. El cardenal al ver a la mujer se da cuenta que su asunto tiene que ver con la incursión del personal de Kordek a la universidad.

El cardenal saluda con respeto a la dama como a su vez abraza con mucho afecto al niño.

-¿Te gusta el chocolate? –Expresó con voz tierna Lólek dirigiéndose hacia el niño.

El niño asentía con una sonrisa.

-Por qué no acompañas a una de las hermanas religiosas, ellas quieren mostrarte la cocina y donde guardan las barras de chocolate. –Expresó con una sonrisa.

El pequeño iba de buen agrado con una religiosa que portaba un hábito oscuro mientras se quedaba con la dama a solas.

-Cómo va creciendo el pequeño Stephano. –Expresó Lólek con cierta nostalgia.

Silvia está a punto de llegar en donde se encuentra Lólek, pero observa de forma discreta a quien pide la ayuda del cardenal; la mujer pelirroja rompe en llanto. Wojtyla reconoce la preocupación de ella, por esa razón se aleja. Sin embargo, escucha los pasos de Ratzinger y Pruett. La polaca de cabello negro procura hacer una especie de "tregua".

Los dos extranjeros escuchan el llanto de la mujer y parte de la conversación que sostiene el cardenal. Silvia se sienta en una de las bancas en aspecto abatido. Ellos deciden hacerle compañía.

-Quiero imaginar que la conoces. –Habló delicadamente Ratzinger, esperando no alterar más a la polaca.

-Su nombre es María Pomorska, es contemporánea de clases de Emilia y Edmund. –Expresó con tristeza.

-Se nota angustiada, destrozada. –Expresó de forma tímida y dolorosa Owen.

Silvia observa de reojo a quienes la acompañan y percibe el dolor de Pruett.

-Todo indica que Kordek está cobrando su "venganza". Su esposo es Adam Zielinski. –Respondió la dama con una mirada perdida.

-¿Zielinski? ¿No es uno de los profesores desaparecidos? –Expresó Owen con preocupación.

-Por lo visto Jeremy hace bien su trabajo. –Silvia emitió un respiro profundo, continuando con su relato. –Antes de que el profesor Zielinski fuera profesor, él era un espía que trabajaba para Kordek; era joven y brillante quien formó parte del grupo de Lólek junto con María. Él confesó que no deseaba continuar espiando a "alguien" que superaba la ideología comunista. Espiaba las confesiones que Lólek realizaba, sin embargo cuando Adam confesó su verdadera identidad; tanto Lólek y María lo perdonaron. Los humanos son complejos y quizás por ello los admiro.

-¿Qué es lo prudente que hagamos? Ya que conoces perfectamente al cardenal. –Expresó Ratzinger.

Silvia se extraña de la actitud de los dos hombres, al parecer tenía la mente más tranquila.

-Quédense cerca de Lólek; no tomaré decisiones si mi familia no está presente. –Respondió la polaca. –Intuyo que Lólek no va a quedarse callado.

Los golpes de una puerta se escucharon, Silvia se acerca para ver de quien se trataba, observa que son Stauffenberg, sus hijos y los tres extranjeros.

La confesión de Emilia Wojtyla

Maxwell Pruett explicaba a detalle del por qué el alemán y los dos jóvenes habían regresado.

-Mientras viajábamos en tren, notamos que la máquina empezaba a disminuir su velocidad; todo indicaba que se trataba de una "inspección de rutina". –Expresó Maxwell.

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