Capítulo 5: Ángeles de Metal

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Los "extranjeros" que se incorporaban al nuevo equipo de trabajo observaban con ciertos detalles sobre los que serían sus "compañeros".

Emilia junto con su hermano Edmund observan que Silvia y Whilhelm están un poco incómodos, como a su vez; las miradas de los recién llegados apuntan hacia ellos.

"Quisiera que se largaran de mi vista maldita escoria" –Pensaba el alemán Stauffenberg.

Maxwell Pruett por alguna razón quedaba observando al alemán ya que estaba un poco incómodo.

-Silvia, ¿ocurre algo malo?- Expresó Lólek rompiendo el silencio que se había formado.

-Me gustaría decirte que no, pero... -Hablaba Silvia Wojtyla

Los recién llegados prestaban atención a las palabras de la dama. Uno de ellos lo observaba con el mayor detalle.

-Lo que mi madre quiere decir es que los hombres de Kordek irrumpieron en la universidad. –Expresó la joven Emilia.

El rostro de Lólek reflejó una tristeza, ya que conocía quiénes trabajaban ahí.

-Emilia, debiste ser más delicada al decírselo. –Expresó Edmund con cierta prudencia.

-No Edmund; tarde o temprano tendría que enterarme. –Expresó un Lólek más tranquilo, dirigiéndose hacia los recién llegados. –Como pueden observar Polonia sigue sufriendo; no se dejen llevar por lo que el gobierno diga ante la prensa internacional. Esto sucede desde la ocupación de los nazis. Sin embargo estoy aquí porque realmente comparto el dolor de mi gente. Ustedes decidirán si realmente quieren quedarse.

"Entonces aún pueden arrepentirse" –Al parecer Silvia y Whilhelm pensaban lo mismo.

-No, cardenal Wojtyla. –Habló Owen Pruett- Hemos venido desde lejos para ayudarlo, y si ustedes han servido sin protestar ante condiciones adversas durante la mayor parte de su vida; nosotros nos adaptaremos. Mis compañeros y yo estamos en la mejor disposición.

Los Wojtyla al igual que Stauffenberg observaban con atención las palabras del recién llegado, sin embargo en Silvia, encontraba cierta familiaridad con Owen Pruett.

-Silvia, ¿podrían ir junto con Whilhelm y tus hijos al comedor? Recuerda que las religiosas que apoyan en la cocina ya están algo mayores y siempre requieren de su ayuda. –Habló Lólek con gentileza.

Para el alemán escuchar las palabras de Lólek resultaban bocanada de aire puro. Silvia duda en dejar sólo a Lólek con los extraños.

-Si mi madre y mi tío no se oponen deseo quedarme. –Expresó Edmund con gentileza.

Silvia observa con cierta preocupación a su hijo, pero Lólek le devuelve una mirada de tranquilidad. La dama junto con el alemán y Emilia abandonaban el lugar.

Sin que hubiese alguna persona, los tres deciden establecer una conversación mientras se dirigían al comedor.

-En estos momentos me gustaría tener a mi división en éste lugar. –Expresó Whilhelm con cierto enojo.

-Whilhelm, ellos son cinco; nosotros somos dos. –Expresó Silvia.

-¡Hey! ¡¿Edmund y yo no contamos?! – Criticó Emilia.

-Emilia, es cierto que Whilhelm y yo los hemos entrenado desde que eran pequeños pero no me gustaría que se involucraran en una batalla que no les corresponde. –Expresó Silvia.

-Hay cosas que se ven en la guerra que pueden llegar a traumarte de por vida. –Agregó el alemán.-Edmund es prudente al igual que su padre.

-Whilhelm, hablando de ello, –Expresó Silvia - Si éstos fueran decepticons, ¿no crees que ya hubieran armado un gran alboroto en éste lugar?

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