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¿Se han preguntado si, realmente eso que llaman química entre las personas es algo real? Pues yo les puedo asegurar que sí lo es, pero es algo primitivo que casi nadie percibe, esa química que nos atrae al inicio hacia una persona es a través de los olores, si lo sabré yo, las personas que no huelen igual pero se completamentan se atraen como parejas, mientras que las personas que huelen similar son amigos.

Y no hablo del olor que se puede ocultar o modificar usando un perfume, no, hablo de una conexión más interna, sus almas tienen olores que se complementan entre sí. Debes estarte preguntando como puedo yo saber eso, bien te contaré el secreto de mi familia, que pasa con suerte de generación en generación, o con una suerte diferente se puede saltar una, como el caso de mi madre.

Primero, me presentaré me llamo Samantha tengo 16 años y puedo oler las almas, lo sé suena extraño, pero es cierto, cuando era pequeña no comprendía como habían personas que, aunque se vieran limpias, despedían olores muy desagradables. Es así como esta capacidad trajo muchos problemas con mi madre y las demás personas, pues al parecer desde muy pequeña lloraba cuando ciertas personas se acercaban a mí.

Desde que tengo uso de razón puedo oler a las personas de esa manera, el problema real es cuando puedo sentir los pequeños y sutiles cambios, cuando ellas siente cosas que afectan su olor, por ejemplo, la envidia genera un sutil olor como limón, cuando alguien miente su olor tiene un toque a madera, mientras el peor de todos los olores lo da el odio que huele como carne podrida.

Con los años me di cuenta, que mi madre sentía envidia cada vez que me tenía cerca, nunca he dicho, pero ahora comprendo que era por la relación con mi abuela, pues ella también tenía la capacidad de oler a los demás al igual que yo, recuerdo que cuando era niña, mi abuela me explicaba y acompañaba en el descubrimiento de esta habilidad, a la que mi abuela  llamaba "Bendición", aunque para mí nunca lo ha sido completamente, pues debido a ello he descubierto que la mayoría de las personas, por no decir todas, mienten, sienten envidia y casi todos siente odio hacia al menos una persona. Eso es frustrante, pues creo que las personas deberían decir claramente lo que piensan o sienten.

Así, llegamos a hoy, mi primer día de clases en una nueva escuela, pues mi madre fue transferida a una nueva sección en su trabajo. Ésta es la sexta mudanza en 4 años, antes cuando mi abuela vivía, yo cursaba mis estudios en una escuela cerca de su casa y vivía con ella, lastimosamente murió cuando yo cumplí 12 años, desde entonces me he sentido muy sola, mi mamá me habla sólo lo indispensable y prefiere no tenerme cerca, mi papá desde el divorcio hace 10 años, se desligó completamente de mí, aunque sí envía dinero para que tenga pequeños lujos como mi «Arthur», que es mi hermoso bebé automóvil, es un "Beatle" del 85', lo sé algunos dirán que es viejo, para mí, es retro y completamente mi estilo, se llama así en honor a mi hermano mayor que no vivió. Un chico que vivía cerca de nuestra última casa me ayudó a repararlo y hacerlo descapotable, su color verde esmeralda con las llantas de orilla blanca me hacen adorarlo. Tengo dos meses de poder conducirlo, lo cual me ha liberado de tener que depender de mi madre para todo, por eso lo amo aún más.

Mi día comenzó algo ajetreado, pues mi despertador no sonó y a mi amadísima madre no se le ocurrió despertarme, así que tuve que hacer milagros en 20 minutos para poder estar lista y llegar a tiempo a clases.

Tengo exactamente diez minutos de dar vueltas buscando estacionamiento, pues aunque habían algunos vacíos, al parecer las personas en esta escuela deben guardarlos para sus amigos. ¡Dios, no quería que mi primer día fuera así!

Al fin encuentro un espacio y estaciono a Arthur, me miro en el espejo, mi pálida cara está algo sonrojada por el estrés de la mañana y el enojo de no encontrar lugar, mi cabello está recogido en una cola alta para que no se vea tan espantando, me aliso mi camiseta negra sobre la falda de mezclilla y reviso que mis botas favoritas estén limpias, recojo mi mochila y salgo del auto.

A medida que voy acercándome a la entrada de la escuela, puedo sentir las miradas de los estudiantes sobre mí. Los olores me atacan de imprevisto, siento diferentes olores la mayoría neutrales,  pero cuando paso junto a una chica muy bonita cabello castaño puedo sentir el olor de la putrefacción, ¿Cómo es posible que me odie, si ni siquiera me ha hablado o al menos sabe mi nombre?

La chica me lanza una sonrisa súper falsa y se aprieta fuertemente al chico que está junto a ella, mis ojos se deslizan hacia él y puedo ver que utiliza una chamarra de deportista, por su aspecto podría decir que es popular, su alma es como alquitrán para mis sentidos, puedo asegurar por su olor que es un chico muy engreído y que busca solamente su bienestar.

No soporto estar cerca de ellos, así que apresuró mis pasos firmemente hacia la administración, donde debo reportarme para poder comenzar mis clases.

Al pasar, siento un olor tan dulce que paro en seco, al girarme veo a una chica rubia algo regordeta, que me mira con una sonrisa sincera en los labios, no percibo mentira ni envidia en su alma, así que le devuelvo la sonrisa.

Ella camina hacia mí sin temor, como si ya me conociera, hacía mucho tiempo no olía un alma tan buena y despreocupada.

—Hola —dice la chica mirándome a los ojos— soy Odeth, eres nueva —afirma ofreciéndome su mano.

—Hola, soy Samantha —digo mientras tomo la mano que me ofrece, siento como su olor varía un poco para hacerse aún más dulce, algo que podría describir como felicidad.

—¿Vas hacía la administración? —pregunta, yo asiento y entonces ella me toma del brazo y caminamos juntas, mientras dice –Yo te mostraré dónde es.

—Gracias —digo mientras mis ojos se dirigen hacia un chico del que no puedo percibir olor alguno.

Es un chico bastante común, de pelo negro, con su tez mucho más blanca que la mía, se puede observar unas pequeñas ojeras bajo sus ojos, aunque lo que más me llama la atención es su mirada, sin ningún tipo de emoción, aunque cuando nuestros ojos se encontran me parece ver un pequeño brillo, aunque no sé decir porqué es.

Él me ve desde la puerta de entrada por donde pasamos con Odeth, quien parece darse cuenta de mi cambio, pues frena un poco el paso y como si supiera que yo siento mucha incertidumbre sobre ese chico me dice:

—Uhm... él es extraño siempre... que no te afecte su comportamiento... —y reanudando el paso dice— vamos, sino llegaremos tarde a clases.

Hola queridas y queridos lectores, este es primer capítulo de esta nueva historia que comenzaremos juntos.
Espero les agrade este primer capítulo y que me regalen una estrella y algún comentario.

Intentaré escribir los siguientes capítulos con regularidad.

Gracias por leerme, los extrañé mucho, besitos...

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