Capítulo 1

2.8K 156 17
                                    

Serena llegó a su antigua morada, hecha una fiera, debido a la furia descomunal que la envolvía. Su pálido rostro lucía enrojecido por la ira acumulada.
Vestía un traje de marinera en tonos azul y blanco. Junto a ella iban sus inseparables amigas Ami y Rei.

Entró de manera estruendosa y cerró la puerta tras de si del mismo modo, el fuerte ruido provocó estremecimiento en sus amigas. Dentro las esperaba Lita, su guardaespaldas.

-¿Dónde está ese desgraciado? -preguntó Serena y junto a esa interrogante cerró uno de sus puños frente a Lita.

-Lo tengo amarrado en el viejo baño como ordenaste.

Su guardaespaldas se veía bastante desalineada, su cabello castaño tenía una floja coleta y su ropa lucía ajada.

-¡Quiero ver a ese malnacido ahora!

Siguieron por un corredor que Lita les indicó, hacia un baño completamente en ruinas; al igual que al resto de lo que fue una lujosa mansión de la que sólo quedaba el techo, paredes y aberturas.

-Ahí está -, señaló dentro del viejo pero enorme baño. - Lo he golpeado para que hable, pero no ha dicho una sola palabra. Sólo preguntó quién era mi jefe y porque hacía esto.

-¡Ese miserable, desgraciado, infeliz, me va a conocer! -Espetaba Serena con sus nervios a flor de piel.

-Déjenme a solas con él. -Pronunció antes de entrar al lugar.

Las chicas se alejaron sin decir palabra alguna ya conocían el alcance de su amiga cuando se enojaba.

-¡Tú desgraciado!

Se acercó al hombre sin calmar ni un destello de su furia.
Él se sobresalto al oírla gritar.
Amarrado a largas cadenas sujetas en columnas de lo que fueron los lujosos pilares de un baño, que antes parecía una suite de lujo para pobre mortal como él.
Sus ropas estaban hechas tiras, sus pies descalzos, pero a pesar de eso.
Su captora le dió cierta libertad para moverse; aunque sus pies y manos estuviesen amarrados.

-¿Quién es usted y que quiere? ¿Acaso es la jefa aquí?

La observó de cabeza a pies, sorprendiéndose por su belleza y su furia. Enseguida lo supo, era ella, la dueña de más de una de sus noches de sueños mojados.

-Quiero que me digas ahora mismo donde están.

Él pudo notar el tono amenazante su voz, la misma que recordaba dulce pero inalcanzable.

-No sé de que me habla señora -, fijó su mirada en esos ojos azules que lo recorrían con desprecio. -¿Usted es... es aquella famosa actriz de cine, teatro y televisión?

Al verla lucir ese traje tan particular, estaba seguro de no haberse equivocado, era ella, él podía reconocerla a metros de distancia.

-¡Callate! -Él sintió el ardor en su rostro, luego del golpe propiciado por ella -, sólo limítate a contestar lo que pregunte. -Lo tomó por su andrajosa camisa para así poder intimidarlo, pero al hacerlo pudo verse reflejada en esos hermosos y profundos ojos azules que la miraban temerosos. Sintió su cuerpo estremecerse y se apartó de inmediato.

-¡Dime ahora dónde las tienes o te destruiré!

Ese acercamiento produjo en ella una confusión que no podía explicar, ese enredo la llevó aplacar su furia por un instante.

-No sé de que me habla, se lo juro.

Él no llegaba a comprender que era lo que sucedía, sólo la observaba confundido y temeroso.

-Escucha, -dijo volviéndose hacia él para golpear su rostro una vez más, esa actitud lo hizo temblar ante ella de una forma que jamás imagino. -Ellas salieron de casa y fueron vistas por última vez en tu hogar. ¿Cómo respondes a eso?

El abrió grande sus ojos, aún no lograba entender todos los sucesos que lo llevaron a estar ahí frente a ella.

-Parece una escena de sus películas.

-¡Cínico!

Enfurecida lo golpeó en repetidas ocasiones, provocando así la caída de su prisionero. Desde el piso levantó una de sus manos en señal de derrota, rogando así que se detuviera.

-Entiendo que los golpes son muy reales, -tomó su cabeza con ambas manos y exhaló un suspiro. -No me he bañado, estoy aquí hace días; así que deduzco que no es una escena de ficción. ¿Sabe usted que comete un delito?

Seguía observándola desde dónde ella lo había dejado, la actriz permanecía como una estatua y con una frialdad en sus acciones que helaban la sangre de su prisionero.

-¡Callate! -Volvió a tomarlo por su rasgada camisa para ponerlo a su altura, pero en ese momento no se intimidó por sus hermosos ojos ni siquiera por su sucio pero atractivo rostro. -¿Y el delito que tú cometes robándome a mi familia?

-Vuelvo a repetir, no sé de qué me habla.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero? Sólo dímelo por favor. - Se lanzó a llorar sin reparos -, las quiero de vuelta.

Serena cubrió su rostro con sus manos y siguió llorando en total desconsuelo.

-Señora - a pesar de ser el rehén de esa mujer y sus locas amigas, sintió que algo dentro de él se rompió cuando la vio llorar. -Yo no quiero nada de usted, soy muy pobre pero jamás lastimaría a alguien con tal de conseguir dinero.

Quiso abrazarla mitigar su pena pero no se atrevió. Esa gran actriz se quebraba delante de él y no era una actuación, pero muy a su pesar, sentía en lo profundo de si mismo, que jamás podría alcanzar el pedestal dónde ella se encontraba.

-Señora Tsukino lamento su pérdida, pero no he sido yo el causante de ella.

Decidió sentarse y esperar, no sabía más que hacer o decir.

-¡¿Pero qué estás diciendo? ¿Acaso están muertas?

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora