013

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El arcángel volvió al colegio de Sanha, y pudo observar al pequeño parado justo en la entrada. Ya nadie más se encontraba afuera, pues ya era la hora de ingresar a clases.

Allí estaba él con sus manos entrelazadas como si esuviera rezando.

— Por favor, vuelve... No era en serio cuando te dije que quería que me dejes solo. Por favor, hyung... —Susurró casi sollozando.

Rápidamente el arcángel escondió sus alas y se hizo visible para el menor.

— ¡Perdón por tardar! Prometí no dejarte, ¿lo recuerdas? —Le sonrió.

Sanha apenas lo vio, corrió para darle un fuerte abrazo, pero lo traspasó.

— Ups, perdón, sólo tú me podías ver. —En un instante se materializó— Ya puedes.

El arcángel abrió sus brazos esperando a que el menor lo abrace y así fue. Este no dudó en ir nuevamente y estrecharlo en sus brazos.

— Hyung... —Susurró en su pecho.

— Shh... Tranquilo, aquí estoy. —Lo separó un poco y lo vio a los ojos— Perdona. No me fui muy lejos, simplemente estaba investigando unas cosas. No te avisé porque no quería molestarte.

— Perdón por lo de ayer. —Desvió la mirada— Estaba un poco... sensible.

— No te preocupes. —Acarició su cabello y sonrió.

El menor opuso resistencia en contar de nuevo las veces que Eunwoo sonreía en el día, pues quería reprimir a toda costa sus sentimientos hacia el arcángel.
A diferencia de este último, que quería enamorarse de él.

— Oh, ¿es Yoon Sanha? —Se oyó una voz a sus espaldas.

Ambos jóvenes se dieron la vuelta y allí se encontraba una alumna de la misma clase de Sanha, acompañada de su profesor.

— Yoon Sanha y... ¡Aquel muchacho que se infiltró la vez pasada en la clase! ¿¡Qué hace de nuevo por estos lares!? —Gritó el maestro— Y tú, Yoon Sanha, ¡deberías estar en clases!

— Oh no... Estamos en peligro. —Susurraron al unísono los dos amigos.

— ¡Corramos! —Exclamó Eunwoo mientras se daban la media vuelta para correr por el enorme campus del colegio.

— ¡Dasi run run run! —Gritó Sanha con diversión, con su respiración agitada por la corrida.

— ¡¿Eh?! —Eunwoo lo miró sin entender.

— ¡Es una canción! —Rió.

Luego de varios metros corridos cual maratón de verano, el arcángel se dio la vuelta y corroboró que ya no los perseguían.

Pero llegaron a aquel lugar que se hizo tan particular para ambos: la arboleda.

Se detuvieron y Sanha se apoyó en sus rodillas, súmamente agotado.

— Creo que nunca corrí tanto en mi vida. —Habló entrecortadamente.

— Ni yo. —Respondió el arcángel con total naturalidad.

— Pero tú no te agotas. —Lo miró de reojo— Oh, ¿y ahora qué haremos aquí?

Miraron a su alrededor y se percataron dónde estaban. Aquella enorme arboleda donde nadie más concurría.

— ¿No tienes miedo?

— No, suelo venir bastante de día. No me asusta. Además no siento ninguna presencia maligna. —Habló tranquilamente el menor.

I Can Never Fly ; Eunsan || ASTRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora