36 La otra boda y el final feliz (Final III)

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Meses después

"Estoy preparada", se dijo viendo su rostro en el espejo. Estaba lista para verlo, para enfrentársele luego de tanto tiempo, aunque dudaba poder mostrarse indiferente. Intentaría saludarlo y seguir como si fuera un invitado más. Se alejó del espejo y se vio a cuerpo completo. Tenía un vestido lila y los tacones altos que Lukas había insistido en que un día necesitaría y un pequeño bolso de mano que combinaba con los zapatos.

Estudió sus manos, estaban temblando; en realidad todo su cuerpo lo estaba. Volvió a revisarse, tenía aretes y una larga y delicada cadena dorada que se escondía entre su escote. Respiró una gran bocanada de aire, tomó su abrigo y salió con las llaves del coche en la mano. Ordenaba a sus piernas mantenerse firmes con cada paso, quiso detenerse un par de veces y el trayecto hasta su coche lo culminó temblando.

De camino hasta el apartamento de Marco se repetía que la ceremonia no duraría demasiado, era algo informal. Ella diría unas palabras con otros tantos amigos y familiares sin nada estrafalario. Pero eso no era aquello que estaba colmándole los nervios. Estacionó frente al edificio y comenzó a respirar pausado, intentó controlar sus palpitaciones.

Román le había enseñado a hacerlo, pero de recordar los momentos en que lo había hecho volvía a descontrolarse.

– ¡Al diablo! –dijo golpeando la puerta del coche y encaminándose a la entrada.

Cuando entró en el apartamento vio a varios invitados pero no detectó a su aún esposo. Por un instante se sintió extraña; decepcionada más que aliviada. Se dirigió directamente a la habitación, y encontró a Lukas terminando el nudo de su corbata.

–Hola, nena –le dijo sonriente y ella corrió a abrazarlo–. Llegué a pensar que no vendrías...

–No seas tonto –lo acusó revisando su impecable traje blanco–, no podría perderme un día tan importante en tu vida.

Lukas se llevó una mano al pecho sin lograr contener las lágrimas.

–Oh, vamos –lo animó–. Arruinarás tu maquillaje.

–No es por eso, linda –mintió limpiándose las lágrimas–. Estoy seguro que Marco usará los Converse que nunca se quita.

Laura se echó a reír con ímpetu, pensó que seguramente sucedería tal cosa.

–Es tan evidente que tú eres la chica de la pareja.

– ¡Laura! –él le golpeó el brazo con delicadeza–. ¡Eres una osada! –se vio al espejo, estudiándose un instante–. Pero tienes razón –alzó las cejas divertido y ella le sonrió con ternura.

– ¿Lukas? –los interrumpió una voz gruesa. Laura se paralizó y se mantuvo de espaldas a la puerta. Vio como su amigo sonreía con satisfacción, con la clase de sonrisas que le indicaban que tramaba algo–. Todo está listo –continuó la misteriosa voz profunda que ella reconoció al instante.

Debió voltear cuando Lukas marcó su dirección hacia la puerta de donde provenía la voz. Verlo cara a cara no creyó que le afectaría tanto. Allí estaba él, perfectamente ataviado con su uniforme, el cabello peinado y su rostro perfectamente pulcro. Sabía que estaba sonrojada pero trató de pasar por alto las sensaciones que sufría su cuerpo.

Sus ojos se habían clavado en ella a pesar de no haber dicho una palabra. Notó que sus labios se presionaron mientras tragaba saliva y Laura  recordó el sabor que tenían sobre su boca. Se armó de valor y le sonrió educadamente.

–Román ... –pudo apenas decir. No reconoció su propia voz y se arrepintió de haber hablado

–Hola, Laura –le dejó paso para que se adelantara en el pasillo y cuando lo hizo continuó–. ¿Cómo estás?

Prometido expres (Román Bürki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora