Hoy te tendieron una trampa. Alguien puso una especie de bomba de tinta en tu casillero y cuando lo abriste...bueno, ya sabes lo que ocurrió.
Todos se burlaron de ti mientras tratabas de quitarte la sustancia de la cara y de tus libros, pero terminabas aún peor.
Yo no lo hice, no me moví de mi lugar detrás de la puerta abierta de mi casillero en dirección contraria a la tuya. Pero sí pude ver a quién se le había ocurrido semejante jugarreta y hablaría con ella en cuanto las clases terminaran.
Una de mis compañeras de español se reía junto a su castaña gemela, acomodando casualmente el pequeño top que le cubría los pechos.
Nicole tendría que escucharme de una manera u otra tras su crueldad.