Mi madre siempre dice que cuando una puerta se cierra, otra se abre para ayudarte a continuar luchando.
También dice que no te haz ido, que estás en alguna parte del cielo brillando como la bella estrella que siempre fuiste y encontrando tu felicidad a lo largo de ese lugar.
Aunque me repita aquello, no pude dejar de llorar entre sus brazos luego de que me enterara que aquella noche en que me dejaste en la azotea tomaste un frasco entero de pastillas para dormir.
Tus padres te encontraron en tu cama, parecías dormida. Sin embargo, tu corazón ya no latía y tus pulmones ya no dejaban pasar al aire. Te habías ido.
Incluso ahora no puedo dejar de llorar y simplemente quiero regresar el tiempo atrás para abrazarte y no dejarte ir.
¿Por qué? ¿Por qué no pude salvarte?
