Capítulo 1. «Eso no puede ser nada bueno»

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Caleb

El verano estaba por terminar y eso solo podía significar una cosa: el regreso a clases estaba próximo.

Para muchos, el regresar a la escuela después de un épico verano era como la muerte. No lo era para mí. De hecho, si me preguntaran, estaba emocionado por volver. Sería mi último año en Ipswich, el pequeño pueblo en el que vivía.

—Oye, nerd, es hora de irnos —me avisó Nick con su habitual sutileza, lanzándome a la cabeza lo primero que se le cruzó a la vista.

—Dame cinco minutos más —le pedí, mientras cogía unas golosinas del estante para finalmente formarme en cola de la caja de la única tienda decente del pueblo.

—Paga esto por mí —me dijo Faye, añadiendo dos bolsas de frituras a la montaña de cosas que cargaba.

—¿Sabías que hay un maravilloso invento llamado canastilla? —comenzó a decir Sarah —Sirve para echar dentro todo lo que quieras comprar en una tienda y no parezcas un tonto cargando todo en tus brazos —concluyó con una sonrisa burlona.

—Ya chicos, déjenlo en paz —pidió Diana —, suficiente tiene con ser la vergüenza del pueblo en este momento para que ustedes se lo restrieguen en la cara.

Jake se rió a carcajadas.

—Te esperamos afuera —anunció él, llevándose una paleta a la boca.

—¿Pagaste por eso? —le preguntó el señor Yang desde la caja registradora.

—Agréguelo a la cuenta de Caleb —gritó cuando salía.

El señor Yang reprobó la acción de Jake con un movimiento de cabeza.

—Lamento lo idiotas que pueden llegar a ser —le dije.

—Ustedes, los Hijos de Ipswich creen que pueden hacer lo que les de su gana —se quejó él.

Nick, Faye, Sarah, Diana, Jake y yo pertenecemos a seis de las siete familias fundadoras de Ipswich, cada generación es conocida por el mote de «Los hijos de Ipswich».

Además del mote, los Hijos de Ipswich compartimos otro secreto: somos descendientes de poderosos brujos, por lo que desde el nacimiento, comenzamos a adquirir ciertas habilidades, que van aumentando gradualmente como señal de que nuestro poder está despertando.

Individualmente, cada uno de nosotros puede tener acceso a una cantidad limitada de poder, pero si practicamos magia juntos, ese poder se multiplica. Con cada día que pasa, nuestro poder se va fortaleciendo, pero no es si no hasta cumplir los dieciocho años que nuestro poder alcanza su punto máximo. Cada uno será muy poderoso, pero juntos seremos invencibles.

Aunque el ejercicio la magia estaba prohibido por los Ancianos —el grupo de brujos de mayor edad en el pueblo —, debido a un incidente ocurrido hace más de diez años en el algunos de nuestros padres murieron, en el incendio de un viejo astillero. Todo ha sido bastante normal desde entonces.

—Aquí está tu cambio —me dijo el señor Yang, sacándome de mis pensamientos —. Vuelve pronto.

—Sí, claro —dije para mis adentros, y tropecé con un chico de cabello castaño y rizado, que se disculpó conmigo por el golpe.

Los hijos de Ipswich y el séptimo hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora