Capítulo 17. «El séptimo Hijo»

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Chase


Las extrañas pesadillas eran más frecuentes, provocando que me levantara a mitad de la noche, empapado en sudor y respirando agitadamente. El viento frío entraba por la ventana, agitando las cortinas violentamente.

Me levanté de la cama, el contacto del frío piso con mis pies descalzos me hizo estremecer. Me apresuré al baño para echarme agua fría en el rostro. El frío en mi cara fue una sensación bien recibida.

—Esto es demasiado aburrido —dijo el reflejo de Jake en el espejo —. Muéstrame el día que cumpliste dieciocho —ordenó.

 Muéstrame el día que cumpliste dieciocho —ordenó

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Mamá entró a mi habitación con una gran sonrisa. Yo acababa de despertarme, pero eso no le impidió sentarse a mi lado y darme un fuerte abrazo.

—Feliz cumpleaños, hijo —me dijo —. Hoy es un día muy importante para ti —reveló.

—No tienen qué hacer esto —le dije —. Yo estoy feliz de saber que ustedes son mis padres.

Jake resopló, estaba parado en el umbral de la puerta del baño.

—No tengo tiempo para esto —me dijo —. Necesito algo que me sirva.

 Necesito algo que me sirva

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Subimos al auto. Papá y mamá prometieron llevarme al lugar donde me adoptaron años atrás. Habían escuchado que mi verdadera madre estaba internada en un hospital psiquiátrico en Boston, pero antes haríamos una parada en un pequeño pueblo cercano.

—¿Estás nervioso? —preguntó mi padre con la vista puesta en el camino.

Había comenzado a sentir náuseas, y el sudor se había hecho presente desde hacía unos kilómetros atrás.

—A decir verdad, creo que estoy mareado —confesé —. Creo que voy a vomitar.

—Deberías parar un momento —sugirió mi madre.

Mi padre paró a regañadientes, y yo salí corriendo del auto; apenas puse un pie fuera, vomité como si hubiera bebido un bar entero.

—Qué asco —escuché decir a Jake entre arcada y arcada, recargado en el auto —. Yo no me inscribí para ver esto.

Los hijos de Ipswich y el séptimo hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora