Capítulo 5. «Nosotros estamos a cargo»

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Cordelia

Thelonious se acercó, notablemente molesto hasta donde nos encontrábamos Frida, Fiona, James y yo.

—¿Qué ocurre, Thelonious? —quise saber.

—Escuché que encontraron el cuerpo sin vida de un chico en el acantilado —respondió —. ¿Ustedes sabían que los chicos estaban ahí anoche?

—¿Qué? —preguntó Frida —Eso es imposible —aseguró —. Nick pasó toda la noche en casa de Cordelia.

—No —le dije —. Caleb me dijo que pasaría la noche en tu casa —contravine —, y Faye me dijo que pasaría la noche en casa de James, junto a Diana y Sarah.

—Jake me dijo que estaría en tu casa, Cordelia —aseguró Thelonious —. ¿Lo ven? Está claro que nos mintieron. Escuché decir a unos chicos sobre una fiesta en el acantilado.

—¿Por qué harían eso? —preguntó Fiona, indignada.

—Es obvio que lo hicieron porque sabían que les negaríamos el permiso para asistir —intervino James —, pero ya veré la manera de reprender a Diana.

—Les aseguro que Jake no saldrá bien librado de esto —dijo Thelonious.

Me aclaré la garganta. Era por todos sabido, que Thelonious tenía problemas de irá, y Jake era el receptor de sus episodios violentos. Muchas veces intenté ayudarlo, pero Thelonious siempre se negaba.

—Mejor cambiemos de tema —sugerí —. Dinos, Thelonious, ¿de qué otra cosa te enteraste? —quise saber —, ¿sabes quién es el chico del acantilado?

Thelonious suspiró profundamente.

—Se trata de Félix Hamlin —respondió —. Tyler Barroll está en los separos de la comisaría porque fue encontrado junto al cadáver con un ataque de nervios.

—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó Frida.

—No —contestó Thelonious —. Desafortunadamente, mi contacto en la policía, no me pudo dar más detalles —dijo —. Lo que sí sé, es que Charles está armando un equipo con sus mejores hombres para capturar al responsable.

—Creo que todos sabemos quién es el responsable —apuntó Fiona.

Por las mañanas, después de reunirme con el resto de mi círculo, me gustaba caminar por los muelles, y sentir la brisa del mar acariciando mi rostro

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Por las mañanas, después de reunirme con el resto de mi círculo, me gustaba caminar por los muelles, y sentir la brisa del mar acariciando mi rostro. Al final, me detenía en el lugar del incendio del Astillero. Me servía para recordar a aquellos que se fueron, y para recordarme a mí misma lo tonta que fui.

Los hijos de Ipswich y el séptimo hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora