Prólogo: «Las siete familias»

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Al ser descubierto un nuevo continente, los países europeos comenzaron una carrera para adueñarse de las nuevas tierras. Para la mayoría de los colonizadores, el llegar a América significaba poder aprovechar y explotar nuevas riquezas. Para unos cuantos, significaba también la oportunidad de poder escapar de su antigua vida y comenzar de cero.

Fue así como siete familias llegaron a un pequeño poblado en la costa de Massachusetts, en lo que actualmente es Estados Unidos de América. Se adentraron en el desconocido territorio y se asentaron una pequeña aldea a la que llamaron Ipswich.

Poco a poco, más pobladores fueron llegando a la aldea y los rumores de que las sietes familias fundadoras practicaban la brujería se fueron intensificando, pero no fue hasta la década de 1690, cuando los Juicios de Salem comenzaron, que estos rumores fueron confirmados.

Las siete familias completas –incluidos los niños, fueron encerradas en la iglesia del pueblo por el resto de los colonos, esperando un juicio para ellas. En la desesperación, y temiendo que las familias fundadoras tomaran represalias en contra de ellos, los colonos incendiaron la iglesia.

Pronto, las familias dentro de la iglesia buscaron la forma de escapar. Encontraron un lugar, pero este era demasiado pequeño para que un adulto pudiera salir, por lo que solamente enviaron a los niños. Comenzaron a repetir un cántico para ocultar a los niños de la vista de los enfurecidos colonos. Uno a uno, los niños de cada familia fueron saliendo sin ser vistos.

Sin embargo, William, el patriarca de la séptima familia, en un momento de rabia, tumbó la puerta de la iglesia para salir y enfrentar a los colonos.
El fuego rápidamente se esparció fuera de la iglesia, devorando todo a su paso. William enfrentó a los colonos, desatando su furia contra ellos, ante la mirada atónita del resto de las familias.

—¡Tenemos qué defendernos! —gritaba William —¡Tenemos que mostrarles nuestro poder!

Con el movimiento de una mano, William fue capaz de derrumbar los edificios del pueblo. Los colonos comenzaron a huir. William sitió el pueblo con fuego, ningún residente fue capaz de abandonar el lugar y todos perecieron aquella trágica noche.

Poco después, el pueblo fue reconstruido y las familias fundadoras fueron honradas en vez de ser aborrecidas. Para el resto de la gente, Ipswich había sido reducida a cenizas por un fatal accidente. Los niños sobrevivientes habían contado una historia completamente diferente a lo ocurrido y para honrarlos a ellos como sobrevivientes de aquel terrible accidente, los colonos los llamaron Los hijos de Ipswich.

Aquellos niños juraron mantener su magia en secreto, bajo un pacto de sangre, que no solo los unió a ellos, si no que fusionó sus poderes. Ahora, cada uno sería fuerte individualmente pero juntos, serían invencibles, pasando su poder a las generaciones futuras.

Los hijos de Ipswich y el séptimo hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora