Había una vez

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Había una vez

Una princesa celestial

A la cuál se le arrancaron las alas por cantar

Ella entonó la más dulce canción de amor

No le importó él juicio al que le sometieron

Aquella declaración valía cualquier dolor

El desgarro con caricias sanó

Besos de su amada

Otra princesa adorada

También castigada

Por acompañar la melodía con una flauta encantada



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