• TREINTA Y UNO •

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Mi panza tiembla, y es por el hambre. Estiro el brazo y alcanzo el celular que descansa en la mesita de luz.

Son las tres de la tarde, y por lo que recuerdo, queda un poco más para que Martín vuelva del trabajo.

Ya sin dolores, salgo de la cama.

El olor a días sin limpiar mi casa llega a mis fosas nasales.

Me levanto activa y con ganas de hacer muchas cosas.

Este es mi nuevo comienzo.

Hasta siempre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora