Mi casa, mis reglas

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No había sido fácil alejarse de su familia, pero tenía que hacerlo. Después de todas las locuras que le habían pasado los últimos años, sentarse delante de sus padres y decirles que amaba a dos hombres y que quería estar con ellos a la vez, fue la gota que colmó el vaso. Que no es que la despecharan, no. Pero vio en sus caras la decepción y la vergüenza y pensó que, que lo supieran ellos era suficiente, no tenían porque enterarse sus amigos, el resto de la familia o la gente por la calle. Así que tomó la decisión, no sabía si era la más sensata, pero sí la más fácil. Huir. Había leído que lo que ella tenía se llamaba "poliamor" y que en Alemania estaba más bien visto y establecido. Que incluso había familias con hijos escolarizados y todo y que los profesores lo tenían más que asumido, ellos y el resto de la sociedad. Y pensó ¿porqué no? Costó... Diego tenía su trabajo y encontrar en Alemania algo de lo suyo sería imposible, principalmente por el idioma porque no entendía nada. A Adrián tampoco le hacía especial ilusión, pero él lo tenía más fácil y si María necesitaba un tiempo alejada de su familia para ver el mundo con otra perspectiva, pensar y aclararse, pues se lo iba a dar. Y así, tan solo 4 meses después ponían rumbo a Alemania.

Pablo se enfadó mucho. Muchísimo.

- No es justo - María le miró y pensó que su hermano tenía razón.

- ¿Qué otra cosa puedo hacer? Les quiero y aquí me siento juzgada por todos.

- No por mí- se apresuró a decir él.

- Si, por ti también. Te agradezco mucho el esfuerzo que haces, pero veo como me miras y como les miras a ellos. Y lo entiendo, créeme, no es fácil, yo misma aun a veces me miro de la misma forma. Pero soy así... - Pablo acarició la cara de su hermana, luego la abrazó bien fuerte y la besó en la frente.

- Ven a visitarnos a menudo por favor, Julen necesita a su tía, y yo a mi hermana - María tragó saliva para aguantarse las lágrimas que amenazaban con salir.

- Lo prometo.

Y esa fue la peor de las despedidas. Dejar a su hermano en la puerta de embarque y ella subirse al avión. Diego y Adrián habían viajado dos días antes que ella para darle una sorpresa. La casa que creían haber alquilado era una pequeña mentira, ellos habían alquilado otra mucho más grande y bonita y habían viajado para ponerla a punto para ella.

Y de haber pasado a una pequeña casita de dos habitaciones, había pasado a una casa con un enorme jardín con 5 habitaciones, 6 baños, un gran comedor con salón aparte, la cocina y una pequeña sala con yakuzzi y gimnasio. Ya que iban a pasarse largas horas en casa, qué mejor que hacerlo a gusto.

Con el tiempo Diego empezó con nuevas aficiones. Aparcó lo de ser bombero, y se puso a escribir un libro, cosa que siempre había querido hacer. Así que en una de las habitaciones montaron su propio despacho y él se pasaba largas horas ahí metido. Y Adrián aunque seguía con su peculiar estilo de vida sumido en la droga, se volcó en el diseño de un nuevo prototipo de coche. María había instalado una barra de Pole dancer en el gimnasio y habían puesto algunos espejos mas y ella además de pasarse largas horas leyendo la infinidad de libros que venían con esa casa, el dueño la había querido alquilar con la librería íntegra, se pasaba también largos ratos bailando. Y así fueron pasando los meses, meses en los que poco a poco fueron conociendo a otras parejas como ellos con los que de vez en cuando podían quedar para cenar o hacer barbacoas.

Dani les visitaba con asiduidad, si lograba convencer a su mujer con alguna historia acababa yendo el sólo entre semana aprovechando que ella tenía que trabajar dando clases en el colegio, aunque la mayoría de las veces solían ir juntos algún fin de semana. En su nueva casa, ellos les tenían siempre una habitación preparada y los recibían con gran alegría, a pesar de todo, María y Dunia seguían siendo grandes amigas y aprovechaban casi todo el tiempo para charlar, ir de compras y ponerse al día con todo. Cada vez que venían, Diego y Adrián se iban a otra habitación a dormir y dejaban a María sola, en la cama, sabiendo que en algún momento u otro Dani se colaría en ella porque a pesar de que compartirla les gustaba mucho, si venía Dunia, los dejaban solos para evitar hacer tanto ruido y que Dunia los pudiera descubrir. Pero cuando Dani venía solo, volvían a disfrutar los cuatro juntos y esos eran los mejores días.

Eran las 3 de la mañana pasadas. Habían cenado todos juntos en el jardín, había hecho un día particularmente bueno y soleado. Dunia dormía plácidamente y Dani se había asegurado de ello dándole más vino durante la cena. Se levantó de la cama y caminó hasta la habitación de María. Ella, dormía también, tapada con un ligero nórdico color crema. Levantó el nórdico suavemente y se colocó encima de ella suavemente besando muy despacio toda su cara. María remoloneo y él sonrió.

- Cuanto te he echado de menos preciosa - María no abrió los ojos aun.

- Dices eso todas las veces - Le dijo ella.

- Y no por eso es mentira - uno de los besos que fue a la boca María intentó morderle el labio pero falló. Separó con sus rodillas un poco sus piernas y se coló entre sus caderas. María le abrió paso colocando sus piernas en sus caderas y al sentir su bulto entre sus piernas gimió. Y Dani arqueó la espalda - Jo-der... sería capaz de correrme solo así - Ella sonrió.

- Múdate aquí y no me echarás tanto de menos - La miró, había una pequeña luz que entraba por la ventana y ahora, tras un rato a oscuras podían verse bien.

- Sabes que no puedo...

- Poder si puedes, lo que pasa es que no quieres - Se escabulló de su cuerpo y se echó a un lado. Dani la miró un segundo luego se acurrucó tras ella haciendo la cucharita y poniendo sus labios en su oreja.

- María... - Ella giró la cabeza y le miró.

- ¿La quieres?

- Si, pero a ti te quiero más - Le dio un suave beso en la nariz y ella cerró los ojos.

Le entendía perfectamente. Sabía lo que era querer a más de una persona a la vez, solo que ella había tenido la suerte de que ellos podían estar juntos. Y por eso no iba a juzgarlo. No podía negar que le molestaba, pero no iba a juzgarlo.

- ¿Por Qué no podéis ser las dos para mi? - Dani se tumbó boca arriba y entonces fue ella quien se puso encima de él a horcajadas.

- Porque yo ya estoy con Adrián y con Diego... y porqué las chicas no me van - Dani acarició sus pechos por debajo de la camiseta y ella se mordió el labio.

- Y conmigo...

- No, contigo no estoy, contigo follo- Dani se incorporó quedando sentado con ella encima.

- No me digas eso María... - Ella resopló.

- No estás en esta relación por mucho que quieras estarlo y lo sabes - él la miró un segundo y luego volvió a besarla.

- Yo no te follo María, yo te hago el amor - La agarró fuerte del culo, giró sobre sí mismo con ella cogida y la tumbó en la cama besándola, luego metió la mano entre sus bragas y ya no paró hasta que María le suplicó que lo hiciera después de haberse corrido tres veces con su mano, su polla y su boca.

Hacía mucho tiempo que habían dejado los 4 de follar y habían pasado a hacer el amor. Incluso cuando lo hacían más bestia o más fuerte, seguía siendo hacer el amor, porque ellos ahora se amaban. Así con las seis letras que eso conlleva. Fuertemente. Y a pesar de todo lo que eso conllevaba, les gustaba. 

En el corazón de María - Trilogía María parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora