"La verdadera esperanza nace de la desesperacion absoluta", o por lo menos esas son las creencias de Nagito Komaeda pero, a pesar de idolatrar a su tan amada "Esperanza" él esta sumergido en un mar de dudas y desesperación, donde la fe en si mismo...
Aquella noche de nuevo había recibido su visita, de hecho, era bastante común cuando apenas comenzaba a pensar con más claridad.
Bastaba cerrar unos momentos mis ojos para poder verlo en una de las esquinas de mi habitación; siempre sonreía y reía mientras me recordaba lo que hacía y como él era capaz de cambiar las cosas de forma más eficaz.
Comenzaba a ser más consecutivas sus visitas pero, también más cortas, probablemente se debía a la aceptación que tenía sobre la situación, comenzaba a ver las cosas de la misma manera que él, los recuerdos que comenzaba a dilucidar con frecuencia me marcaban el camino que debía tomar, sin embargo, eso no quitaba de que hubieran cosas que me molestaban o no aceptaba y aquella persona lo sabía y las pasaba por alto.
- Dime ¿No te parece sorprendente? Siempre tiene las palabras perfectas para cualquier momento, además su manera de animarte es especial, sin embargo... parece que aun dudas sobre hacerlo o no –
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Como de costumbre platicaba conmigo, por muy demente que pareciera la situación ya me había acostumbrado, sobre todo comenzaba a verse como algo cotidiano.
- ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Sorprenderme? ¿Dudar? Tu no deberías preocuparte por eso, puedo manejarlo por mi cuenta, simplemente estorbas - una sonrisa se asomaba por mi rostro, lo observaba tranquilo y confiado al igual que él lo hacía, la única diferencia notable entre los dos era la vestimenta.
El chico rio de forma discreta por unos momentos.
- No puedes ocultarme nada, se perfectamente que dudas, parece que no quieres morir... estas buscando una nueva forma de lograr nuestro objetivo sin sacrificarnos, no quieres que ella sufra o perezca pero, sabes perfectamente que no podemos hacer eso, además solo confirmas lo inevitable cuando hablas con ella –
Lo de aquella tarde me lo había dejado claro, a pesar de que los demás me hubieran dado la espalda como quería, ella aún seguía confiando en mí, había terminado perdiendo entre el verdadero deseo y lo correcto de la situación, lo incoherente de la situación era tal que, no mentía completamente, ya que un deseo lleno de verdad se plasmaba en mis palabras al decir que no moriría y confiara en mí, sin embargo, también tenían aquellas manchas escurriendo de mentiras...
- Tienes razón, solo confirmo lo inevitable con ella, tu eres la amenaza para mantenerla a salvo, no puedo permitir que manches esa esperanza con tu repugnante desesperación – mi mirada se tornó con más fuerza al igual que mis palabras, la situación estaba dando como siempre giros constantes.
La sonrisa del chico se amplió más de lo común y su discreta risa le hizo subir el volumen, aun así mantenía una sensación de tranquilidad y despreocupación alarmantes.
- Ya veo ¡Que interesante forma de plantearme las cosas! Pero, olvidas algo importante, yo no soy la amenaza aquí, es el traidor, además... ella ya está manchada de desesperación, si sigues así ella no volverá a ver la luz de la esperanza, parece que tú eres el único que quiere decepcionarla ya que no cumples su verdadero deseo... -
