Capítulo 15. No todo lo que ves es real

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Pueden leer la historia completa en Booknet, solo que sería con la versión anterior

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Pueden leer la historia completa en Booknet, solo que sería con la versión anterior. Pueden encontrarme como nani_58581

Eiren:

Me despierto exaltada, observando con histerismo mi entorno.

Los recuerdos de la madrugada me colapsan y solo busco al chico de ojos enigmáticos quien, según recuerdo, me consoló y brindó su compañía hasta quedarme dormida. Todavía siento sus dedos trazar dibujos imaginarios por mi piel, con dulzura, con suavidad. Rememoro cómo pasaba sus manos por mi largo cabello, desenredando con delicadeza los pequeños nudos que se topaba en el camino. Cierro mis ojos y me dejo llevar por lo que evoco, por lo magnífico que se sintió desahogarme con otra persona que no sea Leia o la psicóloga.

Aun con los párpados sellados, una gota llena de vulnerabilidad se escapa de ellos, esta se desliza por mi piel hasta caer en mi regazo.

El cansancio físico se adueña de mi sistema y el sopor logra hacerme balancear para después caer de espaldas al colchón. Posiciono una almohada sobre mi rostro y la oprimo en un intento de aguantar la respiración, en un intento de dejar de sentir por un instante, de calmar mi desbocado corazón.

Voy percibiendo como mis pulmones reclaman el oxígeno que se le está siendo arrebatado, ya capto como el esfuerzo de aguantar las ganas de inhalar son más dificultosas.

— ¡Eiren Janit! —la exclamación de mamá me toma por sorpresa, me hace dar un respingo y pensar con claridad.

¡Oh dios! ¿Qué estaba haciendo?

Las boconadas de aire que tomo son tan grandes que no puedo emitir una respuesta a su llamado.

—ya tienes que ir a la universidad. ¡Levántate! Si veo que tienes ojeras te voy a quitar el celular por un año, no sé por qué prefieres amanecer con cansancio a dormir las horas que se debe.

—Ya voy —comento con pesadumbre tras unos largos segundos —ya estoy terminando de vestirme —miento.

—eso espero. —Escucho como sus pasos se alejan y me deja nuevamente en la soledad de mi habitación.

¿Cómo la miraré después de lo que recordé? Dios mío... Mi mamá también pudo ser abusada y no lo recuerdo. Bajo la mirada y analizo cómo mis manos tiemblan ante el nerviosismo y la amargura que me tomó al oírla. Gimoteo cuando las paredes de la alcoba me hacen sentir oprimida, como si ellas redujeran su espacio para aplastarme. Me levanto de la cama y me aproximo al espejo cercano al closet.

Doy un brinco al detallarme. Los párpados los tengo sumamente hinchados, con tonos rojizos, la esclerótica de mis luceros yace con una telaraña carmesí y puedo verificar que mi apariencia demuestra pesar, sufrimiento y desconsuelo. Me alejo de ahí, pensando en una excusa para decirle a mamá cuando note mi semblante. Llego al baño del cuarto y realizo mis necesidades personales con monotonía.

Indagando su oscuridad✔. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora