Capítulo 34. Ansias

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Eiren:

—Eiren —me llama Leia, haciendo un ademan para que aterrice y deje mis ensoñaciones aun lado. Sin embargo, se me es complicado. Hoy amanecí diferente, con una sensación inusitada en mi pecho y presiento que de apoco este va carcomiendo mi alma.

Se de antemano que el bálsamo que me aplicó Jarel en mis heridas se desvaneció al despertar y como si hubiese pasado hace segundos, recuerdo que al dar las primeras pestañadas del día un antiguo dolor se avivó en mi cuerpo. Ese malestar ha ascendido en el transcurso de la mañana y el nivel en el que se ubica actualmente me hace sentir descolocada, conmocionada y ausente. Inhalo y el suplicio se reanima. Evoco lo sucedido ayer y el desconsuelo saquea el aire que tomo a grandes bocanadas. Me siento mal, con los ánimos por el subsuelo y con aquella famosa púa atravesando mi corazón.

Esto me hace suponer que necesito a Jarel para sentirme estable y no tener esas caídas emocionales que me hacen enloquecer. Eso asusta.

—No me siento bien, Leia —respondo a duras penas. Las imágenes de ayer aparecen como flashes en mi cabeza, logrando perturbarme y hacerme recordar lo confundida que me dejaron las oraciones escritas en la parte trasera de cada foto.

El ceño de Powell se frunce y un mohín aparece en sus labios. Mis manos, las cuales yacen sobre una de las tantas mesas de la cafetería, son cubiertas por las suyas en un intento de reconfortarme. Me da un apretón y una leve sonrisa reluce en su semblante.

—Siempre estoy aquí para ti hija mía —bromea para hacerme sonreír —y esta no es la excepción. Dime, ¿Qué te sucede? Me dejaste preocupada anoche con ese mensaje.

—Ayer pasé todo el día la clínica —anuncio. Abre sus ojos y arruga más su entrecejo.

— ¿Qué? ¿Por qué? —suena alarmada.

—E-Elissa se... —tartamudeo porque el nudo en mi garganta se acentúa. Trago salivo y bajo la mirada hasta dar con mis manos que están temblorosas debajo del agarre de mi amiga —intento suicidar, Leia —concluyo, sintiendo como los cimientos que sostienen mis paredes tiemblan levemente. Una solitaria lágrima se desprende de mi parpado y deambula por mi pómulo derecho.

Ella jadea con una impresión significativa y es sorprendente como su rostro ha quedado en la palidez total. La esclerótica de sus ojos se enrojece hasta que de ellos se van produciendo diversas lágrimas que dentro de poco se estarán deslizando por sus mejillas.

—no puede ser. Eiren ¿es cierto? Siento que me estas tomando por el pelo —refunfuña, limpiando aquella gotas saladas que como predije no pudieron mantenerse en sus ojos.

— ¿Cómo podría mentirte con algo tan delicado como eso? —Cuestiono —iba con Jarel de camino a casa y cuando llegamos a la entrada el salió corriendo hacia el baño de la segunda planta —resumo lo más que puedo. Tanteo la superficie de la historia para no caer en el mismo hoyo lleno de sufrimiento —y, ahí estaba ella. Se quería ahorcar. —Quedo cabizbaja al rememorar la ocasión, todavía no puedo creer que eso realmente haya sucedido. Nadie se merece pasar por eso.

—oh dios...

—estaba inconsciente y de ahí la llevamos a la clínica. Le realizaron múltiples exámenes y no sabes cuánto agradezco que no le haya pasado la mayor cosa. Al parecer, cuando la encontramos había acabado de saltar.

—no puedo creer lo que me estas contando —musita en un hilo de voz. La observo y visualizo como apoya los codos en la superficie blanquecina y se toma la cabeza con las manos.

Indagando su oscuridad✔. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora