Libre.

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Las personas tarde o temprano se cansan del sufrimiento, si son lo suficientemente valientes, se quitan la vida, si son lo suficientemente inteligentes, huyen y se esconden, pero si están tan podridos como el causante de su sufrimiento, buscan venganza. Jin buscaba, buscaba causarle a YoonGi el mismo sufrimiento que tuvo que soportar, la misma humillación que lo hizo llorar y enrojecer. Lástima que Suga no tenía a nadie que amase, esa era una de las tantas formas de herir que más le había dolido, ver a JungKook muerto, ver su joven vida terminada de una manera violenta y sangrienta, la cereza del pastel era que…Kook había muerto bajo sus propias manos.

O al menos eso creía.

La mañana del 24 de septiembre era sombría para Jin a pesar de que la primavera ya había empezado, ver a los árboles brillar de color con las bellas flores que alguna vez él admiró y amó
ahora le causaba repudio, quería agarrarlas, morderlas, pisarlas, destrozar las flores. Porque eso hicieron con su persona. Jin era una flor que Yoongi destrozó. Sus botas aplastaban el pasto recién cortado del parque que quedaba a espaldas del departamento donde había empezado su
sufrimiento. Ya tenía la determinación de acabar con la vida de quien una vez amó, de quien una vez protegió ciegamente, ahora se daba cuenta lo equivocado que estuvo, si tan solo hubiera sido menos manipulable Kook estaría riendo con Tae, con Hoseok, con el pequeño Jimin y con él. Pero
la vida no se basa en lo que pudiste haber hecho, de las decisiones que debiste o no haber tomado. Ahora todo estaba centrado en tomar responsabilidad de su ineptitud, de vengar de alguna forma a su amigo, de vengar su propia dignidad.

Jin no podía decir que no tenía miedo, era
terrorífico enfrentarse a quien hasta hace poco te tenía encerrado y sumiso en cuatro paredes. Le había costado envalentonarse, en definitiva, pero era ahora o nunca.
Min Yoon Gi, tu final está cerca, ya no quiero que sigas haciendo daño.
Se limpió la cara con un pañuelo, el ligero calor de la nueva estación sumado al inmenso miedo que lentamente crecía en su pecho hacían que transpirara un poco más de lo normal. Acomodó su polera, porque gracias a las quemaduras que tenía en todo su cuerpo, a causa de la posesividad de
Suga, estaba obligado a usar. Se puso en marcha luego de tomar aire, luego de pedirle a Kook que desde donde sea que estuviese cuidara sus espaldas, luego de que sus ojos ya no brillaran más, luego de aceptar que podría no salir vivo de ahí. Cruzó la calle, caminó por la cálida acera hasta el edificio en donde inició su calvario. Subió las escaleras situándose justo en frente de la puerta.

Departamento 302.

Abrió la puerta con una lentitud desesperante, YoonGi creía que solamente había ido a buscar una bebida energética y unos cuantos panes para pasar la tarde, pero Jin se dio cuenta que este sí era
mucho más listo de lo que pensaba y sobre todo, mucho más mentiroso y astuto que él. Pasó por la sala, llegó a su habitación que como siempre estaba cerrada, pero un detalle horroroso yacía al pie de esta.

-¡NOOO!

Jin soltó un grito desgarrador, su pequeña tortuga, la única que lo había acompañado en esa montaña rusa de locura, estaba muerta, decapitada, con la sangre creando un gran charco allí en el suelo. La ira automáticamente lo invadió, su instinto asesino salió a la luz, de una patada abrió la puerta, buscando al imbécil de Min con la mirada.

-No está…maldita sea…

Cada fibra de su cuerpo estaba alerta, no saber dónde podría estar Suga era muy preocupante, podría salir de cualquier esquina para matarlo. De pronto, escuchó el sonido de algo mecánico hacer CLICK, se giró rápidamente y ahí estaba. Min Yoon Gi, el hombre más miserable que conoció
estaba frente a él con un revólver en sus blancas y fantasmales manos, pero lo más horrible, era su sonrisa, esa que antes encontraba hermosa, pero que ahora provocaba arcadas en lo profundo de
su garganta.

Tengo que cuidar de ti aunque no quiera, ¿verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora