Es mi segundo día en el Instituto Howards. No he conocido literalmente a nadie, nadie más que mi mejor amiga quién está conmigo desde que tenemos cinco años. El vecindario donde vivíamos ha sido toda nuestra vida.
Papá, quién es el directo de Howards, pidió que me transladaran lo más pronto posible. Cosa que hicieron a penas el lo pidió.
No me acostumbro mucho a un lugar en específico, amenos que las personas que me importan vengan de allí también. Todo depende del tema social.
Les contaré de mi familia, mi papá el señor Steven Logan, es el director de uno de los institutos más importantes de la ciudad de West Coast. Mi mamá, la señora Sol Feel, es la psicóloga del Instituto. Mis dos hermanas menores, Alicia y Lizy estudian allí mismo, pero en diferentes grados del instituto.
Entre mis hermanas soy la mayor, como ya dije, si chicas, tengo el privilegio de mandar en cualquier momento.
Y mientras les contaba esto, voy llegando al instituto. A mí internado. No es que lo sea, pero para mí siempre lo será.
(...)
—Bien, chicos, cómo les dije ayer, hoy la clase de inglés se trata de diálogo entre ustedes o como quieran entre todos. Llamaré por orden de lista y les preguntaré algunas cosas.— dicho esto por parte de la profesora Sophia, algunos se sentaron en sus acientos. Otros, como yo y Caroline nos quedamos en la estantería.
—¿Se te hará difícil?— pregunto.
Hice una mueca.—No, vivi un tiempo en New York y todo lo que es gracias a mi academia.— le sonreí y seguí mirando los libros.
—¿Chicas, quieren ser las primeras?— pregunto la profesora, mientras miraba su planilla.
Mire rápidamente a Caroline, sus ojos cafés decían que si lo hacía todos se le burlarían.
—Yo podría empezar.— cruce los brazos mientras la miraba.
Me sonrió con cara de "no debes saber ni un pepino". Para después darme el paso.
—Bien, empezará Irían.— dijo a los chicos.
Varias miradas masculinas se posaban en mí, eso era realmente incómodo. Además, de que más de diez estudiantes lo estaban haciendo. Parecían esas personas que hipnotizan.
Suspire mirando a cada uno, no tenía tanto estar frente a trata gente y hablar otro idioma que no fuera el oficial.
—Well, tell us what country you are and how old are you?— pregunto. Sabía perfectamente que decía con respecto a los demás.
Me quedé callada un momento, cosa que hizo que de su parte y la de las demás, saliera una pequeña risa. También lo hice, sus miradas confundidas hacían que causará gracia en mí.
—Well, Professor Sophia. I am from Los Angeles, California and I am 18 years old.— sonreí.
Dicen por hay que no hay que juzgar sin antes conocer. A este grupo, la comparación es muchísima.
—¿Me puedo sentar?— pregunté amable.
De su boca que la adornaba un labial marrón, salió un suspiro. Uno pesado.
—¡Claro!, Gracias por su participación.— sonrió hipócrita mente.
Me dirigí a mi silla junto a Caroline, su risa juguetona estaba reboleteando entre el salón. Además de contagiosa a veces es intimidante.
—¿Eso fue un Turn Down For What de los buenos.?— pregunto mientras trataba de calmar su risa.
Rei ante su pregunta. Le guiñe un ojo mientras miraba a la profesora.
..
Pasando las horas eternas de las clases, salimos a descanso. Dejé a Caroline en la cafetería hablando con una de sus amigas y me dirigí hacia el Cleaning room de Howards.
Hablaba día a día con mi mejor amigo, Paul. Siempre hablabamos en estos horarios. Solían corrernos de cada escuela en otros distritos o cuidades por nuestro comportamiento. Hasta que llegamos aquí, y no nos volvimos a ver.
No había absolutamente nadie en el pasillo, todo estaba solo. Era algo que me gustaba de este instituto.
Busque con la mirada cada puerta del pasillo, las de salones eran azules con una gran ventana en el medio de ellas, mientras que la específica era blanca con un letrero de letras negras grandes.
Dos pasos, y ya estaba frente a él. Entre a él no sin antes voltear a ver que estuviera alguien a la vista. Éxito por todos lados.
Entre a él y agradecía que fuera un poco largo y ancho, tenía buen espacio. En un estante habían líquidos de aseo e instrumentos. Y al final del cuarto unos cuantos cajones de las escobas y demás.
Mi celular brivaba informando que ya eran las 11:30am en punto, Paul siempre era puntual.
Espere que timbrara de nuevo pero que fuera su llamada quién apareciera en la pantalla.
•
Estaba aquí más de una maldita hora y ese imbécil no llamaba. Eran las 12:59 y no me había timbrado. Mi mal genio se hacía notar, agradecía que había un lavamanos y un espejo pequeño. Me acerqué a este, para lavar mi cara y relajarme.
Escuche una voz masculina junto a una femenina en el pasillo. No eran unas voces de señores adultos, eran de adolecentes. Juraba que aquí no habían empleados de servicio tan jóvenes. Solo pasaban de 30 años en adelante.
Me seque mientras me acercaba a la puerta para escuchar mejor aquellas voces.
—¡Mario!, Por dios no me vayas a dejar sola otra vez.— dijo la chica. Parecía de esas rubias mimadas. Su hablado fresa lo hacía notar.
—Que no Isabella, no te dejaré sola. Iré a hacer unas cosas en un rato vuelvo.— dijo este. Pues no sonaba tan confiado de si mismo, más bien quería escapar de ella.
Iba a salir, mi mano en la manija solo quería dar una vuelta y la puerta se abriría. Pero me detuve al sentir una respiración al otro lado de la puerta. En un abrir y cerrar de ojos, sentí mi trasero en el frío piso q unos centímetros de aquella puerta.
Me toque mi adolorido trasero mientras trataba de calmar mi ira.
Cuando Levante la mirada, me encontré con un chico cerrando la puerta. Al verme, pego un brinco del susto. No sé inmutó a ayudarme, solo se quedó hay parado.
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P R O H I B I D O. ‹Mario Bautista›
FanfictionLos dos son como dos desconocidos con cosas en común, cada uno tiene su estilo de vida. Quizás él consigue todo lo que quiere con sólo una mirada, pero para ella hay que demostrar más que sólo hablar. ¿Mario Bautista, el chico popular del Instituto...