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Dos días después.

Irían.

Haber si entendí.— respondió Caroline al escuchar mi versión de lo ocurrido con Mario.—¿Follaste con Mario Bautista?— casi grito, tape su boca con mi mano, pues Isabella venís en nuestra dirección.

Caroline se quedo callada al notar a Isabella frente a nosotras, sus ojos claros daban a notar estrés y confucion.

La mire de arriba hacia abajo, no podía negar que tenía buen cuerpo pero lo bonita lo tenía de estúpida.

—¿Necesitas algo?— le pregunto Caroline.

Miro a Caroline con una mirada amenazadora, junto a ella una sonrisa, de victoria.

—¡Sí!. La perra de tu amiga, ahora se acostó con Mario, mi novio.— sonrió hopocritamente, viéndome.

Mi cara de asombro era el hazme reír en ese momento, Caroline no sabía que decir o qué hacer. Isabella intento que me quedara callada ante sus estúpidas palabras. Pero no, la que quedaría callada sería ella.

—Bien.— sonreí.—dime, cariño, ¿Te haz acostado alguna vez con Mario?— le pregunté directamente.

Sus ojos se tornaron oscuros y su respiración se empezaba a agitar, pero después una sonrisa apareció de nuevo.

—Sí.

—Bueno— me acerqué más a ella.— espero que cuando estés encima suyo, te pida que te muevas, tanto que lo exitas sin antes estar sin ropa. Porque créeme, así me lo pidió y fue tan excitante.— mordí mi labio inferior, tome a Caroline y continuamos nuestro rumbo.

Dejando a Isabella con la boca abierta, le di la espalda. No me sentí mal, pero tampoco me sentía bien. De seguro y él solo la tiene para sexo y más sexo. ¿Qué digo de mí? Lo mío es solo conquistas, jamás me he enamorado, así que no tendré nada que perder.

—¿Tur Down For What?, ¿De nuevo?— reímos.— Creo que ahora misma le irá a contar a Mario.

Cuando deje de ver a Caroline, llegó dicho rey hablado. Su cabello estaba un poco despeinado, sus ojos estaban con un brillo inexplicable y sus labios, aún más provocativos igual que él.

—Hola hermosa.— me saludo— ¿Qué harás esta noche?— sonrió.

Caroline con una mirada y una seña me dijo que me esperaba en el salón, acepte esperando a que entrara a clases.

Voltee de nuevo a Mario, aún tenía esa sonrisa hermosa.

—No sabía que le habías contado a tu novia lo que pasó entre nosotros.— le tiré, ignorando su pregunta.

Lamió sus labios instando morder su labio inferior me miró.

—¿Qué?— respondió.—¡Jamás le dije eso, sólo le inventé que estaba en casa de Juanpa.— contesto rápido.

No sabía a quien creerle, a él porque me estaba diciendo una cosa o a ella por querer hacerme sentir "menos".

—¿Juanpa?— le pregunté. No sabía quién era.— es sinónimo de Juan Pablo, no?— volví a preguntar.

Torció sus ojos.

—Sí, es mi mejor amigo. Mira— se acercó. Su perfume varonil estaba en mis fosas nasales.— no quiero que esto llegue a otro rumor. Así que tú verás en quién confías, o en mí o en Isabella.

Esto era lo que me confundía, él, él era el que me confundía. Su perfume cerca de mí hacia que quisiera abrazarlo, sus ojos estaban oscuros y sus labios más carnosos, estaba jugueteando con sus anillos, odiaba esto por un lado.

Pues tenía una falda alta y una camisa larga. ¿Qué más viene?.

—Estas tan ardiente hoy.— lamió sus labios viendo mi escote.— quisiera follarte ahora mismo, como aquella noche.— susurro en mi oído.

Abrí la boca ligeramente, un suspiro ahogado salió de mí.

Ahora él con sus manos en mi cintura, fue bajando hasta llegar a mi trasero.

—Quiero arrancarte la falda y ver todo lo que traes hay.— susurro una vez más.

Tome sus manos, las puse en mi trasero mientras con mis manos tome su cuello, un beso era lo ideal. Y así paso, es un beso de esos que tienes ganas de seguirlo hasta no parar, tienes ganas de tenerlo siempre cada mañana. Él me confundía, y no quería sentirme atraída por él, pero su manera de hablar y de conquistarme hace que quiera algo más que solo amigos con él.

¿Éramos amigos?
¿Somos algo después de lo ocurrido?
¿Él me gusta?
¿Le gustó?
¿Sólo sexo o sentimientos de por medio?

Estás y más preguntas están en mi cabeza. Pero ahora sólo quiero que sus manos jamás dejen de tocar mi cuerpo.

En el pasillo ya no había nadie, sólo él y yo.

En un imprevisto giro me tomo e hizo que estuviera de espaldas tras él.

Mi trasero estaba en su gran bulto, mientras con sus suaves manos toca mis pechos y trasero. Me está provocando en el instituto.

No pensaba en nada, hasta que un sonido de unos tacones rebotaba por el pasillo, era el único sonido.

Reconocía el sonido, incluso la forma en cómo caminaba. Al ver la figura notamos que era masculina, su cabello lacio marrón era lo que la hacia ver sexy, su falda ajustada y más arriba de la rodilla, la reconocía tan perfectamente. De pies a cabeza.

Sus labios rojos se separaron e hicieron formar una cara de asombro al vernos a nosotros. Me arregle de inmediato, Mario solo se quedó callado mientras me veía. No podíamos salir, o nos castigarían.

Se acercó a nosotros y me observó, era hermosa y adorable. Suspiro, sus labios intentaron decir algo pero fue imposible. Ahora no sabemos que hacer.

Mi mamá está en frente de nosotros esperando respuestas pero ninguno dice nada. Ahora no sé en qué me he metido, es mi mamá la que me está viendo ahora.

P R O H I B I D O. ‹Mario Bautista›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora