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*Party time*

Es el momento de la fiesta de Isabella. Había elegido un vestido rosa crema, junto a unos tacones beige. Me gustaba, era el vestido que había utilizado en el matrimonio de mi madre.

Pase en el coche a recojer a Caroline, ella era más delicada en temas como estos. Sus vestidos tenían que ser tan elegantes que tenían que combinar, de hecho, con su tono de cabello.

Ya estaba afuera de su casa, llame a su teléfono, miraba a todos los lados de su casa, era tan grande que a veces ni recordaba cual era su habitación.

—Hola....— iba a contestar, pero era su maldito mensaje.— mentira, soy Caroline, deja tu mensaje. Si eres Irían, por favor ya sabes dónde estoy, perra.— lo mismo de siempre.

Iba a bajar, cuando escuché el claxon de un carro detrás mío. Era un Lamborghini blanco, daba mucho de que hablar era muy elegante, enserio.

Estaba tratando de chocar con él mío, que tenía que parquear en el mismo lugar o qué?

—Oye, disculpa pero yo estoy aquí primero.— dije para mí misma, no había salido aún.

—¿Qué no piensas echarte más adelante, niñita?— escuché su voz. Caroline pagaría por esto.

Me baje, ya muy molesta y me dirigí hacia él, si era un estúpido.

Me quedé parada enfrente de él, ni sabía quién era, sólo que era muy guapo. Su tonificado cuerpo, era un poco lo que llamaba la atención a la chicas.

—¿Disculpa? Perdóname, pero llegué primero, llevo más de veinte minutos esperando a una persona y no llega. Así que me quedaré, adelante puedes estacionarlo.— le dije, di la vuelta para dirigirme al mío, pero su voz ronca me llamo.

—Espera....— pronunció.

Me voltee, qué demonios hacia? Me quedé hay, no me acercaría más sólo me quedaría ahí. Cómo niña de 5 años.

—No eres la única a la que puedo llamar. Interesada.— sonrió, los brackets negros que traía hacían lucir mejor su sonrisa.

Dios mío.

—Eres un estúpido. No me moverse, idiota.— salí de hay y entre a mi coche.

Caroline no salía, ni siquiera se asomaba.

Escuché que me llamaron, era una voz un poco más anciana, no tanto, pero la reconocía.

Voltee a mirar por el vidrio y era la mamá de Caro, estaba en su porche.

—Por fin.

**

—Hola señora Sophia, está Caroline?— pregunté rápido.

—No cariño, ella salió está mañana, dijo que iría a una fiesta y volvería en la noche.— sonrió amable.

¿Qué puta fiesta?

—Esta bien, gracias señora Sophia.— me voltee

Mire hacia el Lamborghini del chico de hace un rato, aún estaba hay, cuando decidí entrar al mío, sentí que alguien que me había tomado de la cintura.

Al voltear a ver, era Caroline, la perra me había asustado.

—¿Eres estúpida o te haces?— pregunté casi gritando, mi mano estaba en mi pecho, mi corazón casi se sale.

—Ninguna de las dos. Bien, no me importa, ¿Conociste a Bill?— sonrió coqueta. Su mirada estaba en el Lamborghini blanco.

¿Bill? Que nombre más original.

—No lo conocí, él estupido casi estrella mi auto y decidí enfrentarlo.—alce los hombros.

—¿Linda sonrisa no?, Sus brackets la hacen resaltar más, está candente.— río.

Su risa era toda pervertida y coqueta.

—Ya déjalo así, vamos demorada?— sonreí.

—Lindo vestido amiga.

—Gracias.

**Fiesta**

—Vaya, me imaginé algo más normal.— hablamos al unísono.

Reímos por eso, a veces nos pasaba.

—Iré por unos tragos, si no hay Bourbon pues te aguantas.— hablo Caroline, indicándome.

El Bourbon era mi trago favorito, amaba ese trago.

Miraba hacia todos los lados buscando a Mario, sí, sé que es estupido pero aún así quería verlo.

Mi mirada era segura, recorría cada pasillo, incluyendo los extremos de cada ángulo de la casa. No, no lo encontré.

Me dirigí hacia uno de los sillones que habían libres, no estaba ocupado así que decidí tomarlo.

Caroline estaba platicando con unos chicos y tenía los tragos en sus manos.

Miraba a cada persona, unos se besaban, otros lloraban, eran estúpidos más bien, unos bailaban y otros implemente disfrutaban de la fiesta, sabían cómo divertirse.

—Vaya, vaya.— una voz masculina me saco de mis pensamientos.

Alce mi vista, no podía creerlo. Era el maldito chico del Lamborghini veneno del que Caro me habló.

Sonreí, con ello un suspiro.

—Si vienes a molestarme, lo siento, los estoy mandando a la mierda a todos.— conteste segura.

Se sentó a mi lado, su sonrisa aún era linda, sus ojos claros veían cada parte de mi cuerpo. Típico en los chicos.

—¿Cómo te llamas linda?— sonrió.

Cariño, sólo hay una sonrisa que me encanta.

—Consíguete ganar mi nombre.— note su trago, aún estaba llena la copa. Sin antes irme, tomé un sorbo de él, él me miró raro y sorprendido. Era Vodka.

Le sonreí y me pare de allí.

Entre la multitud logré salir y llegar al patio. Mire hacia atrás, aquel chico ya no estaba en el sillón, había arruinado mi momento.

¿Dónde estás Mario?
¿Dónde estás Caroline?

Necesito encontrar a alguien, esto de estar sola no me gusta.

P R O H I B I D O. ‹Mario Bautista›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora