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Bienvenidos al salón de disfraces 2017

—Es un estúpido título para una gran fiesta no crees?— le pregunté a Mario.

Nos habíamos disfrazados de la película “The Purge” era una de mis películas favoritas. Mario se veía muy sexy, y casi no nos reconocían.

—¿Entramos o nos quedamos aquí viendo pasar y bebiendo a la gente, Irían?— sentí su mirada.

Por los antifaces no nos podíamos ver bien, pero sabíamos cuáles eran nuestras reacciones.

No podía admitir que tenía miedo de estar aquí, no tanto por mis padres, más bien por Isabella, no quería que me encontrará con Mario tomados de la mano. Siguen siendo novios y me siento en el deber de respetarlo.
Pero a veces se pasa de perra, y no me  debía dejar. Mario era su debilidad aunque lo negara, ¿Qué más daño que quitarle un dulce a un niño?.

Nos dirigíamos a la estación de ponche y demás bebidas. Hoy me quería olvidar de todo y pasarla bien con él. Esa era la idea.

—¿Vodka o Borbón?— pregunto viendo las bebidas.

El vodka no era de mis bebidas favoritas, prefería el Borbón.

—Borbón, que sea una botella por favor.— hablaba en serio.

—¿Te tomarías toda una botella? El Borbón embriaga muy rápido mi querida Irían.— respondió algo seguro.

¿Y qué pasa?

—Vale pues esta fiesta es para eso, aquí que sepa no hay problemas por lo que hagas. No seas amargado.— rei.

—¿Amargado? No, para nada. Venga, toma tu botella de Borbón querida.

Al pasarme la botella, la tome, pero de un jalón sentí como marcaban los dedos de esta mano en mi brazo.

Mario no se dió cuenta, me fui hacia atrás y trate de gritar pero fue imposible, me estaban haciendo tantas cosquillas que lo único que hacía era reír.

Quería llorar por no saber quién era el maldito. Cuando paro, me separé, me sorprendí al ver quiénes eran, su forma de vestir llamó mi atención como aquella noche que los conocí por primera vez.

Eran mis dos mejores amigos, Zoe y Zack. Extrañaba tanto andar con este par que ya hasta los confundía con su eran novios.

Me tape la boca, después de haber quitado la máscara. Se rieron al ver mi expresión, no lo podía creer.

—¿Zoe, Zack?— les sonreí corriendo, para abrazarlos.

Ellos habían y eran mis mejores amigos por 19 años de mi vida.
Era el mejor momento de Halloween.

••

—¿Quién es ese guapo que te anda mirando desde que estamos juntos Iri?— pregunto Zoe para después beber un poco de Vodka.

Voltee a mirar a la barra, era Mario. Andaba con unas chicas en sus piernas mientras no hallaba manera de besarlas por donde no pudiera.
Me daba rabia, de no ser esas chicas.

—Oye guapa, que te tenemos que contar algo.— añadió ahora Zack. Su acento español era mi favorito.

Me subieron al cuarto principal de la casa, al parecer la fiesta solo era abajo. Entramos en este, no habían camas ni nada sólo sillones grandes de terciopelo.

Me senté en uno de ellos, Zoe y Zack me veían super emocionados.

—¿Qué pasa chicos?— les pregunte haciendo caras.

Se miraron y se tomaron de la mano, mi vista bajo hasta ellas. ¡SON NOVIOS!

Mi cara de sorprendida lo decía todo, ellos habían estado antes de que fuéramos amigos, se conocen desde bebés y jamás se delataron. Hasta ahora y estoy tan orgullosa de ellos.

—¿Desde cuándo hijos de perra?— reímos.

—Desde que tú dejaste de vivir en New York, empezamos a hablar más de lo normal hasta que se dió. Siempre me gustó, joder.— respondió Zack.

Su sonrisa, con brackets lo hacían ver sexy.

—¡Les deseo lo mejor!, aunque no me lo dijeron a tiempo. Existen videollamadas o llamadas hijos de puta.— reímos una vez más.

Nuestro vocabulario siempre fue así desde que soltamos la confianza. Ellos eran como los hermanos del alma. A mamá siempre le gustó verme con Zack, pero no, siempre lo ví como un amigo. Pues Zoe siempre me habló de tener algo con él.

—¿Bajamos?— asintieron.

—Bourbon, ya sabes.— añadió Zoe.

Cuando estábamos en la pista, miraba a todos lados, pues Mario no estaba. Lo perdí de vista.

Estaba parada, cuando sentí una nalgada, voltee a mirar, juro que tenía su mano marcada. Reconocí su antifaz, era el idiota de Mario.

Se la quitó y sonrió, mordió su labio para después acercarse más a mí.
Nos besamos. Entre los beso, un sabor a labial me sorprendió. Me separé de inmediato y lo mire.

Tenía su seño fruncido y sus labios estaban rojos. Por el borde de sus labios se veía un labial morado, él beso a otra chica y se vino a besar conmigo. Idiota.

—¿Estuviste con alguien más?— le pregunté casi gritando.

—Tu te fuiste con esos dos chicos y no te dije nada.— soltó.

Qué pendejo.

—Eran mis dos mejores amigos. No lo veía hace dos años. Pero a comparación tuya, no creo que eran amigos, más bien amigas.— sin decir más me aleje.

Salí de aquella fiesta y me dirigí a casa.

••

—Niñas, ¿Por qué no se han cambiado?— pregunto mamá a las gemelas.

Hoy mis padres tenían descanso, pero aún así trabajan en sus oficinas de la casa.

Mis hermanas llegaron a mi cuarto y se encerraron allí. Subí rápidamente y golpee, fueron cuatro y más golpes para que me abrieran la maldita puerta.

Después de unos minutos entre para ayudarlas a vestirse y llevarlas a la cama.

Cuando llegue a mi habitación, un chapuzón sonó en la piscina. Nadie a las 9:00pm sale a nadar y menos con el agua fría.

La ventana que había en pasillo, hacia que la luz de la luna fuera la atención. Abrí la cortina, era cierto, alguien estaba en la piscina. Voltee a mirar de nuevo, las niñas estaban en la habitación, papá y mamá en sus oficinas y yo era la única andando por toda la casa.

Cuando está persona salió, reconocí quién era. Era Mario, ¿Qué diablos hace Mario en mi casa a las 9:00pm?

P R O H I B I D O. ‹Mario Bautista›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora