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—¡Demonios!, Agradezco tanto tu ayuda.— hablé viéndolo sería.

Se quedó callado, cómo no sabiendo que hacer. Me quedé viendo sus ojos, cosa que él también hizo. Su cabello blanco casi plateado lo hacía ver... Demonios. Sólo pensaba en mí adolorido trasero.

—¿Mario, amor?— pregunto otra vez la misma voz femenina de hace rato.

Este chico, se acercó a mí, me ayudó a levantarme e hizo que lo escuchará.

—Debí ayudarte, lo sé, pero por favor cállate y no hables. No quiero que me vuelva a ver.— dijo mientras su mano tapaba mi boca.

Con cara de "¿QUÉ"? asentí, al menos su mano era cálida y suave.

—¿Mario, estás aquí?— pregunto tratando de abrir la puerta del conserje.

Lo voltee a mirar, trate de hablar bajo para que ella no sospechara.

Bajé su mano delicadamente, él no se inmutó.

—¿Tú eres Mario?— le pregunté dudosa.

Suspiro, arreglando su cabello asintió.

—¡Sal y dile la verdad, dile que ya no la quieres ver cómo me dijiste o lo que sea que le quieras decir, pero no quiero que me culpen por esto. No quiero ser cómplice de esta estupidez.!— le hable casi gritando.

—No, no, no, no, jamás! Ella seguira insistiendo, conozco muy bien a Isabella y créeme, jamás se da por vencida.— respondió.— Claro que.. tú podrías ayudarme en esto.

¿Qué?

Jamás, no soy cómplice de nadie incluso a veces ni de mi misma.

Lo miré mientras negaba rotunda y rápidamente.

—Tendrás tú recompensa, si?— eso sonaba muy justo.

Después de dos segundos de pensarlo, asentí. Si la recompensa era comida, todo se valía.

—¿Qué tengo que hacer, cobarde?— miré hacia el techo. Esto era estúpido.

No podía creer que esa chica aún sugiera hay.

—Se tú misma, haz de cuenta que nada paso.— sonrió de lado, hizo dar a notar uno de sus hoyitos.

Me quedé viendo sus labios, no podía negar que eran carnosos y provocativos... Dios mío!

Suspire mientras salía de lo más normal del cuarto. La chica se asustó al verme salir, quizás no era a quien esperaba. Dejé la puerta abierta, le dije a... Mario, que había un pequeño hueco para esconderse, en serio no se veía nada.

Cómo dije, si era rubia. Pero era muy linda, tenía el uniforme de porristas.

—¿Haz visto a un chico alto, guapo, cabello casi blanco, hoyuelos y demasiado guapo?— pregunto, sin darse cuenta que dijo dos veces guapo.

Voltee a mirar de nuevo hacia donde esté chico. ¿Por qué no me iba y dejaba que resolvieran sus cosas?, me sentía en la necesidad de ayudarlo de decirle a ella que él ya no la quería como solía ser antes, si es que la llegó a querer.

—Eres tú quién debe saber dónde está y por que. Que sepa, no es mi novio, es el tuyo.

Dicho esto me voltee para salir de aquel trío estúpido.

Antes de cruzar la esquina para salir del instituto sentí la mirada de alguien tras de mí.

...

Voltee para encontrarme con Caroline, su cabello blanco casi gris estaba despeinado y un poco sudoroso. De seguro estaba en entrenamiento de Fútbol.

—¿Para donde tan apresurada mujer?— me preguntó llegando a mi lado.

Aún seguía pensando en aquel chico, Mario. No podía creer que había todo eso solo por salvarlo de su novia. ¿Por qué si no la quería no le decía la verdad él mismo?.

La mano de Caroline en mi hombro, hizo que me saliera de mis pensamientos.

Dirigí mi mirada hacia ella y sonrió mientras negaba rotundamente su cabeza.

—¿En qué tanto piensas chiquilla?

—Hace unos minutos, hice algo que sabes perfectamente que jamás haría. Menos por alguien, que hasta ahora empiezo a distinguir.— nos sentamos en las gradas del instituto.

Caroline me volteó a mirar, dejó su celular apagado y se concentró en mí.

—Ayudaste a alguien, no es así?— negó.

Asentí viendo hacia la nada.

—Irían, no es algo malo. Solo lo haz hecho dos veces, sin contar las primeras que hiciste conmigo.— carcageo.

—Pues si lo sé, pero esta vez fue diferente.— negué divertida.— se trata de alguien que jamás había visto en mi vida, un desconocido que..— me interrumpió.

—No empieces con tus escenas de terror, no estás audicionando para alguna película, no seas perra tampoco.— río.

Me agaché para recoger la maleta y me levanté. El lugar donde nos habíamos sentado estaba un poco sucio, no quería que se ensuciara mi pantalón. No hoy.

Mire a Caroline rápidamente, no sabía qué hacer. Ella me miraba confusa, cómo queriéndome preguntar pero sabiendo que no podía. Voltee a mirar hacia atrás, por encima de mi hombro pude notar un poco que mi pantalón se había ensuciado en la parte de mi trasero.

Mientras lo limpiaba suavemente, levante la mirada, para encontrarme con una masculina, me miraba con tanto.... deseo. No podía creer que el chico de esta mañana me estuviera viendo de esa manera.

Me quedé viéndolo, su mirada minutos después recorrió todo mi cuerpo, hasta llegar a mis ojos. Nuestras miradas se conectaron e hicieron que parecieran huracanes. Sus ojos marrones se veían cansados, pero su pelo alborotado lo hacía ver... Sexy.

Mire sus labios, eran tan gruesos, se hacían ver provocativos. Intento lamerlos, lo hizo, para después susurrar un: "estás ardiente".

Debo admitir que la manera en que lo hizo fue muy, tentador y sobre todo caliente. Sé jugar con los hombres, pero jamás había estado de esta manera.

Me voltee suavemente, Caroline me vio e hizo una mueca de desagrado.

—Mi chiquilla, en serio?— sonó decepcionada.— ¿Mario Bautista?, Tuvo que ser él de repente.— río de igual manera.

¿Y ahora qué?

—¿Qué tiene?, Fue quien me pidió ayuda esta mañana con su novia.— suspire al recordar ese incómodo momento.

—¿Estas loca?, Toda aquella que está con él al otro día la tratan como perra. Eres mi mejor amiga, no quiero que te hables con él. No al menor por ahora.— pidió viéndolo.

¿Y quién carajos quiere estar con él?

—¿Qué?, Claro que no Caroline. Sólo le dí un golpe de ayuda, nada más.— conteste rápidamente.

¿Esto será algo prohibido?....

P R O H I B I D O. ‹Mario Bautista›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora