Capítulo 5

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—Ahora estoy aquí—Contesto Johan en seco.

—Por favor ayúdame a llevar a esta chica al hospital—Comento la señora asustada a flor de piel.

—Descuide, la llevare en mi coche, no se preocupe—Expreso con toda seguridad.

¿Acaso soy la pintada aquí o qué?, hablaban como si mi presencia estuviera ausente sin buscar escuchar mi opinión, también tenía algo que decir al respecto, como una acción en mi defensa la impotencia me hizo reaccionar y a punto de hablar fui detenida por la mano de Johan presionando mi muñeca como si ya lo hubiera anticipado, intente removerme de su agarre sin éxito alguno al sentir presión proveniente de ella, molesta aparte mi brazo con brusquedad desasiendo el agarre forzado, luego la mire a los ojos notando la intensidad brillosa de sus pupilas, el ceño fruncido y mandíbula tensa demostrando que su estado furioso empeoro. Eso no me detuvo de conservar la calma, sin embargo tenía que ser educada y arreglar esto si no quería ganarme a Johan de enemiga, no porque le tuviera miedo, solo era sentido común para así evitar los problemas. Juzgando la situación todo era mi culpa al escapar de esa manera, complacerla por esta vez aceptando su ayuda solucionaría todo por ambas partes y este mal entendido se olvidaría pronto.

—Lo siento—Solté yo.

— ¿Por qué te disculpas? —Dijo Suavizando un poco sus gestos.

—Por huir de esa manera —Luego mire a la señora—También me disculpo con usted por el mal rato.

—No es el momento de disculpas niña—Comento la señora con mirada desaprobatoria—Tienes algo más importante que tratarte—Miro la herida de mi cabeza.

Luego yo con mis dedos toque la herida, sentía humedad en la zona afectada y un extraño escalofrío rodeo mi cuerpo, comencé a experimentar debilidad y cansancio al respirar, mi visión se tornó borrosa al punto del descenso al suelo cuando Johan extendió un brazo intentando apaciguar mi caída, con la poca voluntad y juicio sobre mi cuerpo reaccione rápidamente y logre mantener el equilibrio con mis piernas antes de caer desmayada, en la pared del restaurante recargue mi espalda tratando de recuperar la respiración.

— ¿Estas bien? —Pregunto Johan.

—Sí, solo necesito ir al hospital—Dije agitada.

— ¡Oh por dios! —Comento la señora mirándome horrorizada—El color de su cara se vuelve pálida.

—Vamos tenemos que irnos—Me dijo Johan tomando mi brazo para que lo apoyara en sus hombros—Muchas gracias—Agradeció a la señora sonriéndole.

— ¿Estarán bien? —Pregunto la señora preocupada.

—Por supuesto, la llevare al hospital en mi coche.

La señora sonrió de alivio y nos pidió que tuviéramos precaución durante el camino, Johan me subió a su coche con cuidado, luego inclino un poco mi asiento para que estuviera cómoda, rápidamente se trasladó al asiento del conductor, sin decirme una palabra condujo todo el camino. Habíamos llegado a la clínica en un santiamén y fuimos atendidas por el personal llevándome como estado de emergencia al notar ellos mi palidez facial y corporal. Luego de unas hrs al ser tratada por una doctora residente solo se encargó de limpiar la sangre de mi herida y dar unos puntadas cerrándola y así evitar la hemorragia, me dijo que dentro de dos semanas viniera para quitar los puntos, me advirtió que si otra emergencia de ese tipo o incluso peor sucedía viniera inmediatamente ya que me salve de puro milagro sin perder sangre en exceso, fue muy amable y su atención con profesionalidad brindada a mi persona, le di las gracias por atenderme y salí de la habitación.

Odio a la novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora