Capítulo 6

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Hum... - murmuró Ruggero acomodándose los pantalones.

- ¿Por casualidad... - dijo volteándose hacia él de nuevo - no tendrás ningún tipo de lencería femenina, maquillaje... algo para mí?

¿Algo para ti? Ven, bájame los pantalones, y verás lo que tengo para ti nena.

- ¿me ves con cara de coleccionar las bragas de las tías que me tiro? - dijo Ruggero dando un trago de su cerveza. Y reprendió - para luego dejárselas a las mujeres que yo mismo protejo. O bueno, también exceptuando a los contados homosexuales que también me piden lencería de mujer.

- ¿Tienes que ser tan arrogante conmigo? - dijo ella negando con la cabeza.

Ruggero la ladeó, afirmando su pregunta. - Vete a la mierda. - le dijo sin más - eres tu quien me ha llevado aquí. Por lo menos podrías tratarme mejor.

- Nena, yo solo se tratar bien a las mujeres en un sitio, y ese es en la cama. - Sonrió - si quieres... te trato bien.

- Encima guarro.

- ¿Guarro? No, por dios. Realista. - La miró descaradamente - mírate, tu cuerpo me pide que me lo coma. Vas provocando como una cualquiera. - Le espetó sin remordimientos - ¿Por qué no te has puesto los pantalones?

- Porque me van enormes.

- Mira por donde... ¿Y que llevas debajo? - le dijo, sabiendo la respuesta. Ella se ruborizó.

- Nada.

- Eso afirma lo que digo.

- No soy una cualquiera, no voy provocando, y no es mi culpa si solo se te ocurre dejarme ropas tuyas, que me van cuatro tallas mayores.

- Nena, es lo único que tengo aquí... - Ruggero hizo una mueca que hizo reír a Karol.

- ¿Tienes ya la cena hecha? - Preguntó, simpática de nuevo, a pesar de todo - es tarde, ¿no tienes hambre? Yo puedo preparar algo. Ruggero sonrió. Karol era la primera vez que lo veía sonreír tan confortablemente.

- Haz lo que quieras, pero seguro que será mucho mejor que la comida de Michael.

Ella se rio y buscó algunas sartenes, sacando algo de la nevera. Se agachó, haciendo que el jersey subiera, dejando ver mucho más que el muslo. No había manera de que la erección de Ruggero bajara. Y él para nada se la tapaba, aun que Karol no se había fijado. Tenía algunos fogones encendidos, cuando se giró.

- ¿Vas a estar mirándome todo el rato? - dijo sintiéndose observada, y es que así era. Ruggero no le quitaba ojo.

- ¿Te molesta?

- Bueno... - dijo arqueando una ceja. - Podrías hacer algo otro... no sé qué me miras tanto. - dijo riendo.

Ruggero se levantó y la ayudó a preparar la comida. Le pasó por detrás, rodeándola suavemente. Karol sintió el olor a su seductora colonia, mezclada exquisitamente con su propio olor. También sintió el roce de algo, precisamente en su trasero. Ruggero cortaba algo a su lado. Ella miró discretamente hacia abajo. Era lo que se temía, una erección... más que enorme. Se sonrojó de inmediato. ¿Ruggero estaba duro? Era más que evidente, durísimo. Ruggero sonrió, sabiendo que Karol estaba totalmente ruborizada por aquello. La miró por el rabillo del ojo.

- ¿Tanto te avergüenza saber que me excitas? - pregunto como si fuera la cosa más normal del mundo.

- No...no es eso. - mintió.

- ¿Es que te sorprende el tamaño, acaso? - dijo riéndose.

Karol giró la cara, poniéndose más roja que el mismo tomate que Ruggero estaba cortando. Se sentía excitada, Ruggero era guapísimo, tenía un cuerpo que cualquier mujer, por muy pura que fuera, desearía tocar... y ahora el tamaño de su maldita erección - creada por ella - . Sintió como la excitación le resbalaba muslo abajo. Ruggero se le acercó desde atrás. Le rodeó la cintura con uno de los brazos. El corazón de Karol parecía que se le fuera a salir. No tenía experiencia con esto, no tenía experiencia con los hombres. Y a pesar de sus veintidós años se sentía caliente como una adolescente en su primer coito.

¡Protégeme! #1T |Hot/Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora