Capítulo 16

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Maratón 4/5

Karol sintió como unos brazos la rodeaban. No hizo falta que alzara la vista para saber que era Ruggero. Tembló contra su piel. Sabía que él se estaba mojando con ella, hasta que paró el agua.

- ¿Estás bien?

Un silencioso 'si' salió de los dulces labios de Karol. Ruggero no pudo hacer más que alzarle la cara y besarlos, tan tiernamente, como solo él sabía hacerlo, para calmarla. Ruggero se separó un poco de ella.

- Estás mojado. - murmuró, sonriendo un poco. Ruggero le devolvió la sonrisa.

¿Por qué ya no es aquella persona fría que yo conocía? ¿Porque al menos conmigo ya no?...

Karol fijó la vista en su cuerpo. Estaba manchado de sangre. Las lágrimas volvieron a sus ojos.

- No te preocupes, no hay nada mío, aquí. - mintió Ruggero, pues estaba claro que él había recibido también.

Karol suspiró. Cuando se escuchó un gemido prominente de la sala. Michael.

- Mierda - Ruggero se levantó de golpe y fue hacia el salón. -

Karol enroscó una toalla en su cuerpo y salió pisándole los talones a Ruggero.

- Quédate en mi habitación, enciérrate allí, y no salgas. - Le dio un beso en la frente - Ahora vuelvo, amor.

Frotó sus brazos con una suave fricción y dio un pequeño empujón a Karol para que se dirigiera hacia su cuarto. Aunque fuera imposible, Karol le hizo caso. Aunque la preocupación no se iba de su mente, de su cuerpo. Se acurrucó, cogiéndose de las piernas, en la cama matrimonial de Ruggero. Nunca había entrado a la habitación de Ruggero. Era una habitación hermosa, las entonaciones blancas, negras y granates eran las que predominaban. Había un pequeño despacho, un armario grande. Las paredes eran adornadas con papel de un color beige, mientras que el suelo era cubierto por parquet de madera marrón, y una gran moqueta granate. La mesita de noche, en frente de ella, le llamó la atención. La curiosidad mató al gato, pero... había algo que la incomodaba mucho más. Se levantó y se fue otra vez hacia el salón.

- Cuidado Ruggero... - masculló Michael tirado a un lado, cogiéndose del brazo. - Está por aquí... es... es peligroso.

- Cállate, ahora me las arreglaré con este pedazo de cabrón. - Ató el cinturón alrededor del fuerte brazo de Michael para detener la hemorragia. - No te muevas. -

Ruggero se levantó, desde detrás del sofá donde se encontraba Michael.

Parecía imposible, pero la casa no estaba hecha una mierda, como pasaba casi siempre.

- Ostia ¡Ruggero! - exclamó Michael. - ¡Granada!

Cuando se dio cuenta de que la bomba había caído a centímetros de sus pies, ya fue demasiado tarde. Pequeña, pero no dejaba de ser una explosión. El cuerpo de Ruggero cayó, contra una de las paredes laterales. Se quejó, no podía levantarse.

En un segundo lo habían dejado hecho polvo. Intentó coger la goncz hi tec que le había prestado a Michael, la cual se encontraba ahora a unos centímetros de donde él se encontraba. Pero le pisaron la mano. Dolor. Mucho dolor, eso era lo único que sentía ahora mismo Ruggero. Iba a dar la vida por Karol si hacía falta. Pero sabía que Michael no podía hacer nada con el brazo como un colador y una costilla rota, y el... estaba hecho una mierda.

En ese momento el hombre que estaba a punto de atravesar el propio cráneo de Ruggero, abrió los ojos, a través del pasamontañas. Ruggero se extrañó. ¿Estaba alucinando? Ese hombre voló en mil pedazos. Ruggero cerró los ojos, sintiendo como la sangre de ese hombre lo salpicaba. Luego volvió a abrirlos. Vio a Karol, a unos metros de él. Tenía los ojos, de nuevo, inundados en lágrimas. Michael y Ruggero la miraban, estupefactos. Karol se tiró el pelo hacia atrás, la gran arma de explosivos yacía a su lado y dejó que las lágrimas cayeran, en pequeñas gotas repartidas por sus mejillas.

- Eso pasa... por no hacerte caso... y por dejar... la puerta de tu galería... abierta - murmuró mirando el arma que ella misma había usado, aún sin saber cómo - no vuelvas a decirme que me quede en tu puta habitación, cuando tú estás dando la vida por mí.

Michael se levantó a duras penas y se acercó hacía Karol.

- Eres la mujer más valiente que he visto en mi vida.

Karol lo miró, sintiéndose halagada.

- Envuelta en una simple toalla de baño, descalza, medio mojada y con un bazooka de explosivos en la mano. Estoy orgulloso de ti. - La abrazó y besó su frente - gracias.

Ella tiró los mocos hacia arriba e intentó hacer desaparecer las lágrimas. Demasiadas cosas en tan solo un par de semanas. Demasiadas emociones en poco tiempo. Pero el suficiente para que su corazón volviera a tener esperanzas de amor. Miró el tocado brazo de Michael.

- Tenemos que hacerte mirar esto... - dijo pasando la yema de los dedos por los alrededores.

- Luego Ruggero me dará unos puntos. - Sonrió - si tú vieras... tengo cicatrices por todo el cuerpo. Una más no hará daño. Y por lo de la costilla...

- ¿También te has roto una costilla? - Karol parecía preocupada.

Ruggero no podía moverse. Le dolía todo el cuerpo. Sonrió al ver que Karol estaba bien. Aunque no se centraba en la conversación que mantenían ellos dos. Ya habría tiempo para que él hablara con ella.

Sus ojos tuvieron un reflejo. Miró hacia el lado, donde había el tocador de la entrada. Le hubiera sorprendido menos ver a Marilyn Monroe sentada allí. Se puso hasta pálido. Ella yacía, allí, inocente, sonriendo. Con su preciosa melena anaranjada que le caía por encima de los hombros, con las pecas que Ruggero tantas veces había besado salpicándole parte de la cara, del cuello y de los hombros descubiertos. Y con esos... ojos cafés oscuros que tantas veces había quedado él mirándoselos, enamorado. O al menos eso creía... cuando Candelaria se encontraba entre sus brazos. No dijo nada, y él tampoco. Simplemente, desapareció por la puerta, tal y como había entrado, sin que nadie se percatara de que ella... estaba allí.

¡Protégeme! #1T |Hot/Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora