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Había pasado un tiempo desde la última vez que Jihoon habló con Seungcheol.

Doloroso, pero se lo merecía.

Siempre pensó que el amor era maldito, que tarde o temprano alguna de las dos partes saldría lastimada, mientras que la otra viviría una vida plena y feliz; Jihoon creía que él sería quien iba a terminar derrumbado después de una relación.

La primera vez que Seungcheol se le declaró se asustó demasiado. Temía que el mayor quisiera burlarse de él, porque nadie se acercaba a Lee Jihoon con una sonrisa y un ramo de rosas rojas para pedirle una cita.

Así que con todo el dolor del mundo (oculto bajo una máscara de seriedad) lo mandó a freír espárragos ante la atenta mirada de toda la escuela. 

Nadie (a excepción de su hermano y su ex cuñado) supo nunca que después del rechazo y ver como el pelinegro botaba las flores a la basura, Jihoon las iba a recoger para llevarlas a casa y ponerlas en un jarrón para adornar su descolorida habitacion.

Y así, detrás de cada acción desagradable hacia el pelinegro, se encontraba un pequeño Jihoon lleno de inseguridades y fisuras. Un chico que temía ser lastimado y pisoteado, tal como el mundo decía que era.

Pero ya no mas...

Estaba decidido a luchar, sin importar que en el camino tuviese que destrozarse una y otra vez. 

SI, PROBABLEMENTE TE VA A PERDONAR →JICHEOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora