Yo sé que no perdí, aunque ya es tarde para recuperar el corazón que me robaste

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Todo el día he pensado aún más en Villa después de nuestra conversación sobre ayer. Sé que debería estar feliz sobre la reacción de Villa, pero me siento decepcionado. Villa podría haber contado todo a Isaza, a Alejo y también a Martín si hubiera querido, pero no lo hizo. Él es un amigo especial y tan amable y perfecto, que yo creo que me enamoré más de él. Y pensaba que esto sería imposible...

Ahora estoy sentado al lado de Villa en la cafetería durante la hora de comer y estoy inmerso en mis pensamientos cuando Isaza le da un golpecito a mi codo con el que estaba apoyando mi cabeza. De repente, me sobresalto porque mi cabeza casi se cayó a la mesa.

"¿Simón? ¡Tierra llamando a Simón! Creo que lo hemos perdido." La risa de Isaza logra llevarme a la realidad otra vez y miro a mi mejor amigo, un poco soñoliento.

"¿Sí?"

"Olvidé mi banjo en tu casa. ¿Me lo puedes dar mañana, porfa?" Villa me pregunta.

"Sí, sí..." yo contesto, frotando mis ojos.

"Me parece como si tú no hubieras dormido desde hace una década, Monchi," responde Alejo, inquieto.

"No te preocupes, Alejo. Todo está bien" le aseguro, estirándome.

"Vale." No suena convencido.

Villa se fija en mis ojos. "Simón, creo que sólo tenemos que animarte y hacerte reír para que te sientas mejor. ¿Sabías que no puedo sobrevivir sin mi banjo? Mejor vender una de mis riñones que vender mi banjo..." Villa dice seriamente.

Isaza y Alejandro se echan de reír y yo los junto. Villa nos mira y tampoco puede controlarse, riendo como loco cuando oye la risa contagiosa de Isaza. Juntos casi morimos de risa hasta que nadie puede respirar. Isaza se peina su cabello con su mano y se calma. Alejo y yo también dejamos de reír después de un rato, pero Villa simplemente no para. Apoya su cabeza en sus manos, intentando parar de reír, pero no lo logra.

Su risa me llena el corazón con amor. Es tan única y relativamente aguda, parece un "Eh, eh, eh...". Pero lo mejor son sus ojos, relevando pura alegría mientras ríe. Abruptamente, deja caer su cabeza a mi hombro, aun siguiendo con reírse. Antes, este contacto no hubiera provocado nada en mí, pero ahora... Su cabello acaricia mi cuello y otra vez puedo oler su aroma fresco, que me recuerda un poco a vainilla y un bebé chiquito. Luego Villa se apoya en la mesa otra vez y empieza a tranquilizarse. En este momento suena el timbre que señala el fin del recreo, indicándonos que tenemos que volver a la clase.

Todos se ponen de pie, Villa con lágrimas en sus ojos y sus mejillas sonrojadas. En el pasillo estrecho, camino detrás de mis amigos, siguiendo a Villa con mi mirada. Me fijo en sus hombros, sus omóplatos, su espalda... y debajo. Trago saliva. Intento distraerme, pero no puedo ahuyentar el pensamiento del olor de Villa. Todavía lo puedo olfatear.

Entramos al aula y nos sentamos. La profesora de inglés ya nos está esperando y empieza inmediatamente con su enseñanza. Nos explica que hoy tenemos que sentarnos en grupos de mínimo tres personas y trabajar juntos en tres ejercicios del libro de texto. Por supuesto, sólo podemos hablar el inglés, pero nadie siga esta regla. Villa empuja su mesa al lado de la mía e Isaza viene también, así que ya tenemos un grupo.

"Ella no cree realmente que vamos a hacer algo productivo, ¿no?" Isaza nos pregunta, sonriendo.

"Profesores," contesta Villa y se encoge de hombros.

Isaza me mira. "Como te conozco, Monchi, tú sabes las respuestas correctas y puedes hacerlos inmediatamente, ¿de verdad?"

Bajo mi mirada y leo los ejercicios. Isaza tiene razón.

"Pues..." yo digo.

"Ay, Monchi, te amo." Otra vez, Isaza se echa a reír.

La profesora nos echa un vistazo molestado, ya que ha notado que no trabajamos y camina hacia la pared detrás de nuestro grupo, para observarnos. Me enfoco en los ejercicios, intentando ignorar a Villa a mi lado, que huele tan bien. Villa se ocupa con dibujar en su cuaderno. Una nota de música y una guitarra aparecen en el papel. Villa tararea una melodía y sigue dibujando un sol y otras notas. Mi antebrazo está en el rincón de la página, cubriendo un poco del cuaderno. A Villa no le importa nada, él sigue dibujando, y yo me concentro en el último ejercicio. Súbitamente, siento algo en mi brazo y me doy cuenta de que Villa, distraído, ha empezado a dibujar en mi piel.

"Oh... lo siento, Monchi. No lo quería hacer. Sólo... estaba pensando," ríe Villa, tachando rápidamente lo que ha dibujado en mi brazo.

"Está bien," contesto, riendo. Pero de verdad, me cuesta mucho reaccionar normal. La profesora nos abandona y sigue ayudando a otros estudiantes. Villa deja de dibujar y habla con Isaza, pero yo ya no los oigo. Mi respiración es más rápida que normalmente y sólo puedo pensar en una cosa. Villa cree que no lo he notado, pero sé qué dibujó en mi brazo: un corazón.

¿Quizá le gusto también? ¿Pero por qué dijo que quiere que sólo estemos amigos y nada más? ¿O relacionó el corazón con la música? No puedo pensar claramente. Villa ha robado mi corazón y sin un corazón, no puedo sobrevivir. Quiero a Villa y no me rendiré nunca.

Yo sé que no perdí, aunque ya es tarde para recuperar el corazón que me robó.

LadrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora