Tú has ganado cada batalla, pero no has ganado la guerra

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La música de metal resuena dentro de las paredes de mi cuarto. Espero que me distraiga para que pueda enfocar mis pensamientos en algo  que no sea Villa. Mi hermano Martín entra a mi cuarto y veo que su boca se mueve, pero no oigo nada. Así que bajo el volumen.

"¡Baja la música, por favor!" grita Martín. "¡No puedo oír mis propios pensamientos!"

"Ya lo he hecho," respondo.

"Sí, gracias." Me mira un poco molestado, pero de repente su mirada cambia. Ahora me ve preocupadamente. "¿Estás bien?"

"Sí, claro. ¿Por qué me preguntas?"

"Porque estás tumbado en el suelo, escuchando death metal," señala. "Y pareces un poco agotado. Tienes ojeras hasta el núcleo terrestre." Como siempre, puede hacerme reír.

"Martín..." digo y me irgo, todavía riendo.

"Vale, tienes razón. No son tan largas, pero..." Echa una risita y puedo ver sus aparatos. "No, lo siento, eres muy guapo." Se sienta a mi lado. "Eres mi hermano, no puedes ser tan feo." Se echa a reír, pero no puedo hacer nada más que abrazarle. Sorprendido, vacila un segundo antes de devolverme el abrazo. "¿Porque me abrazas?" Le dejo.

"No sé. Quizá para sentirme mejor," le contesto la verdad.

"¿Quieres decírmelo?" me pregunta con una expresión seria. Podría contarle todo. Podría contarle mis sentimientos y mi amor no correspondido para mi mejor amigo Villa. O quizás esté correspondido, por eso me hago tantas preguntas y me siento tan abatido. Por eso estoy tan desesperado y no sé que hacer. Podría contarle todo, pero no lo hago.

"Quizás algún otro día," digo al final, sinceramente sintiéndome mejor.

"Como quieras." Es imposible no darse cuenta de la madurez de Martín. Se comporta tan adulto, aunque yo tengo tres años más que él. Estoy alegre de tenerle. "Voy a salir con mis amigos, ¿quieres acompañarnos?"

"Martín, no quieres que los acompañe, chiquitos," río y me pongo de pie. "Además Isaza viene en poco tiempo."

"Entonces, hasta luego." Martín se despide.

"¡Adiós! Disfruta." Me quedo en mi habitación con el banjo de Villa y su chaqueta. Quise resistirme a la tentación, pero, como parece, no lo logro. Cojo su chaqueta oscura y la abrazo. Me recuerda tanto a él, su olor, su textura... es un poco como si le tuviera acá en mis brazos. En el rabillo de mi ojo puedo ver su banjo y lo recorro con mis ojos. Las cuerdas estrechadas sobre el fino cuerpo del instrumento y los sonidos que produce, eso también me recuerda a Villa. Actualmente, todo lo que veo me recuerda a él.

La última opción para liberar algunos sentimientos es seguir escribiendo mi canción. Otra vez tomo este papel lleno de amor, me siento al escritorio y empiezo a escribir. Nada es más fácil que poner todos mis sentimientos y pensamientos en el papel blanco. Aunque consentí en solo ser amigos, no puedo olvidarle. No voy a rendirme. Nunca.

Tú has ganado cada batalla, pero no has ganado la guerra.

No has pensado en estos latidos que me quedan,

Y te juro que son muchos los que quedan.

Aunque hay suficientes heridos,

Habrá más hasta que me quieras,

Hasta que me quieras.

LadrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora