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Todo había seguido bien esa semana, y la siguiente, hasta que Cameron tentó su suerte e hizo algo que no debía. Esa noche había salido con Max y Johana sin decirle nada a Jonas, cuando llegó a las 2 de la mañana intentando no hacer ruido, Jonas estaba en la sala caminando como león enjaulado en círculos. 

Cameron lo vio, ya no le tenía miedo, cosa que lo hizo más vulnerable.

"¿Por qué no estás dormido, bebé?"

Jonás volteo de golpe y caminó con grandes zancadas hacia el pelirrojo. Levantó el puño y lo impactó contra el rostro inocente de su novio.

Cameron se agarró el área y sintió las lágrimas calientes quemarle las mejillas.

"¡¿Que estabas pensando al salir sin avisarme?!" le gritó Jonas.

"Yo... "

Cameron temió por su vida, de verdad lo hizo. Creía que Jonas había cambiado y que ahora todo estaría bien, pero se había confiado demasiado.

Jonas lo agarró del brazo y lo jaló al ver que Cameron intentaba escapar. Lo empujó contra la pared haciendo que se golpeara en la cabeza.

"¡Eres un idiota, Cameron!"


Para cuando Jonas estaba dormido, Cameron seguía en el suelo. Le dolía todo el cuerpo, no podía dejar de llorar y estaba sangrando de diferentes lugares. Hacia un mes tal vez hubiera calmado a su novio con solo un par de palabras,  pero ahora se había olvidado completamente como calmar a Jonas, como gritar, como golpear. Había olvidado como era Jonas en realidad. Se había enjaulado en su mundo de fantasía del cual se rehusaba a salir ahora que lo necesitaba.

Haciéndose un ovillo se quedó en una esquina de la casa. Estaba aturdido, confundido, le dolía todo. No sabía que había pasado.

Pasó casi una hora limpiándose las heridas, cuando se asomó al cuarto vio a Jonas dormido dándole la espalda a la puerta. Con los ojos cerrados. Tranquilo.Había sido su culpa. Si solo le hubiera dicho a Jonas a donde iba, nada de eso hubiera pasado.



Jonas no durmió esa noche. Se odiaba a sí mismo, no oyó cuando Cameron entró al baño, cuando subió y bajó las escaleras, no lo escuchó llorar. Estaba demasiado ocupado odiándose como para darse cuenta de su pequeño ángel.

A la mañana siguiente Cameron no estaba, ni su chamarra, ni su copia de las llaves, pero sí estaba toda su ropa.

Jonas salió a fumar, sentado en la banqueta, con las rosas a un lado sostenía el cigarro entre el índice y medio de la mano izquierda, con la derecha se revolvió más el pelo. Se llevó el cigarro a los labios, le dio una larga calada y después de un rato de tener el humo en los pulmones lo sacó. Analizó su vicio sosteniéndolo en la mano y en un rápido movimiento apagó la colilla contra la piel de su antebrazo. Se mordió el labio hasta que lo hizo sangrar para no gritar.

Con la piel con tres nuevas ampollas y la boca ensangrentada entró a la casa.

Watch me burnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora